martes, 24 de mayo de 2011

Ciudad/ciudadanía/ciudadana/ciudadano

Existe en lxs lectorxs algo que técnicamente llaman "deformación profesional" y tiene que ver con el hecho de filtrar todo a través de la disciplina, oficio, pasatiempo, etc que se ejerce. Es decir, imprimirle a toda la realidad, al momento de la percepción, un tinte de "nuestra" formación. En ello, tal vez, radica el hecho de andar leyendo todo lo que nos rodea como si se tratase de una gran texto disperso, fragmentario y  que, a la vez, funciona como textos autónomos, textos en sí mismos. La ciudad, al ser leída de este modo, podría ser vista como un texto colectivo, democrático, mutante y, lo que más me agrada, como ese espacio de comunión entre seres que se conocen, que no se conocen, que se conocerán o que se desconocerán por siempre. Se trata de una especie de comunión espontanea, simultanea y permanente entre seres de este tiempo, que la habitan y seres de otros tiempos que la abandonaron pero que, de algún modo menos evidente, quizá, la siguen habitando a partir de ciertos elementos que la componen: edificios, árboles, dibujos, leyendas en las paredes, mitos, etc. Amo la ciudad por esto, por permitirnos habitarla de modos tan distintos y significativos, por promover esta comunión promiscua de todxs con todxs. Por leer en una improvisada puerta de cholguán de un lujoso edificio antiguo de Santiago: "Maquieira al Nobel" y entender que, a través de ese mensaje, alguien intentaba comunicarnos (que me quiere sonar a "comunión" cuando se trata de una efectiva comunicación) a través de este texto que es la ciudad, eso, que yo también quisiera. La ciudadanía no puede ser para mí otra cosa que el habitar la ciudad, hacerla nuestra y permitir que nos posea, caminarla y permitir que nos desande, escribirla y dejar que nos vaya borrando y re escribiendo a su antojo. Que ser ciudadana no puede ser, sino, ser parte de la ciudad que es de todxs y que esa ciudad sea parte de unx. Por eso entiendo que  mi hijo tenga como propósito cotidiano salir con una bolsa a la calle a recoger la basura que es de todxs, hasta de él que no la ha botado; porque en su sabiduría inmensa comprende todo esto aunque no sepa escribirlo (que no es relevante realmente).

Decía Bertolt Brecht acerca del arte: "El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento". Por ello, acompaño esto con un poema de Armando Rubio Huidobro sobre la ciudad y la ciudadanía, por tratarse de arte  en el sentido brechtiano de arte.


Ciudadano

No sé de dónde viene mi costumbre
de agravarme a las siete de la tarde.
Quizá sólo por ser un transeúnte
sin bigote o pañuelo, sin zapato ni amante.


No sé para qué vivo y por qué muero,
si ha tiempo me dijeron las gitanas
que tendré vida cara con un final de perros:
o sea que no pienso morir como Dios manda.


Conozco bien las piedras de andar, la vista gacha;
recojo los cigarros que pueblan las cunetas
agradeciendo todo en mis andanzas
de oscuros pies de barro y de madera.


Si yo fuera un cantor como soñaba,
me iría por el mundo cantando mis desdichas
para vivir del canto mío y que me escucharan
los que sueñan con una risa limpia.


Pero no tengo voz, ni pañuelo, ni amante;
no sé por qué me vuelvo amigo de los perros
cuando soy un transeúnte de la tarde
sin saber por qué vivo y por qué muero.