martes, 19 de abril de 2011

We are strangers/we were strangers*

Radrigán conoce la fórmula para, exponiendo una situación de indigencia total (no sólo económica), hacernos sentir culpables al espejearnos en sus personajes, en la humanidad de éstos (que contrasta, dolosoramente, con algo que podría ser llamado "falta de humanidad" nuestra si no fuera porque no tengo tan claro qué es ser humano). Porque, si bien Méndez Carrasco (junto a otros como Luis Cornejo en "Barrio Bravo"), antes ya habían, valientemente, escrito de (y desde) la marginalidad, Radrigán va algunos pasos más allá al intentar (exitosamente) construir (aunque deteste utilizar este término) humanidad en este terreno. Lo veo como si Méndez Carrasco hubiera puesto su lente y su pluma al servicio de la conformación del espacio social de los personajes y Radrigán hubiera conseguido conjurar sus almas. En "El loco y la triste", no sólo toca el tema del vivir en "el otro lado" sino de enamorarse allí. Huinca y la Eva, carentes de todo lo pensable e impensable (Eva hasta de una de sus piernas), a través del lenguaje van tejiendo esa ficción, tan necesaria para mantenerse viva, para sentirse viva (recuerdo otra obra donde la ficción amorosa, dentro de la ficción, nace de la necesidad humana de sobrevivir(se). En "La última niebla" de mi querida María Luisa Bombal,  la protagonista recrea todo un mundo amoroso a través del ensueño. Transita por la existencia como si la vida necesitara imperiosamente del amor para vivir(se).) aún en las condiciones más adversas (también ocurre en la película "El puente Neuf", donde una pintora (que vive en la calle) y un indigente se enamoran).
De la obra de Radrigán rescato los siguientes pasajes por parecerme cargados de esa emoción que se desprende de la ficción amorosa y que pareciera, a ratos, arder con más fuerza que la razón:
"Huinca: Dale no más. De un loco y de una triste tiene que salir un revoltijo más o menos. No seai lesa, aprovecha ahora que ando volando bajo".
"...Eva corre y toma su atroz cartera. Se para ante la puerta, mira al Huinca, que canta y baila rabiosamente. Se arremolinan en ella los recuerdos de su feroz pasado; su encuentro con el Huinca, y ese futuro de locura, que es, finalmente, lo único con forma de esperanza que la vida ha puesto frente a ella. Entonces, se pone a cantar y bailar, primero con temor, luego con enajenada decisión..."
El futuro de locura, el amor, que en el segundo pasaje aparece simbolizado a través del canto y el baile rabioso, desenfrenado, del Huinca, logra "contagiar"/enamorar a la Eva que, primero con cierto recelo y luego, ya envalentonada del todo, lo sigue "en su locura", que ya es una locura común, que ya comienza a ser una ficción compartida en la que dos extraños dejan de ser extraños y cuya naturaleza inventada ya deja de parecer importante para los bailarines.

Por eso M Ward. http://www.youtube.com/watch?v=ZkHRCzZ9YaM

*El verso primero de "I remember nothing" de Joy Division que acompañó la redacción.