viernes, 22 de abril de 2011

Un fragmento de DFW al ritmo de Flaming Lips



"DEMOSTRACIÓN INTERPOLATIVA DEL HECHO DE QUE NO EXISTE UN LENGUAJE PRIVADO

A veces resulta tentador imaginar que puede existir  un lenguaje privado. Muchos de nosotros tenemos tendencia a filosofar, sin ser expertos en la materia, sobre la extraña privacidad de nuestros estados mentales, por ejemplo. Y a partir del hecho de que cuando me duele la rodilla yo soy el único que lo siente es tentador sacar la conclusión de que para mi la palabra "dolor" tiene un significado interno subjetivo que solamente puedo entender yo. Esta línea de pensamiento se parece al terror que siente el fumador adolescente de marihuana a que su experiencia interior sea al mismo tiempo privada y no verificable, un síndrome que se conoce técnicamente como Solipsismo Cannábico. Mientras come galletas Chips Ahoy! y sigue con mucha atención un campeonato de golf por la tele,  al fumador adolescente de marihuana se le ocurre la posibilidad aterradora de que, p. ej., lo que él percibe como el color verde y lo que el resto llama "color verde" puedan de hecho no ser la misma experiencia de color en absoluto: el hecho que tanto él como  otra persona digan que son verdes los carriles del campo de golf de Pebble Beach y la luz verde de un semáforo parece garantizar únicamente que existe una consistencia semejante en sus experiencias de los colores de los carriles de los campos de golf y de las luces verdes de los semáforos, no que la cualidad subjetiva real de esas experiencias de color sea la misma. Podría ser que lo que el fumador ad. de marihuana experimenta como verde lo experimenten todos los demás como azul, y que lo que "queremos decir" con la palabra "azul" sea lo que "quiere decir" él cuando dice "verde", etc, etc, etc., hasta que toda la línea de pensamiento se vuelve tan controvertida y agotadora que él f.a. de m. termina repantingado bajo un manto de migas de galletas y paralizado en su sillón.
Lo que quiero decir con esto es que la idea de un lenguaje privado, igual que la idea de los colores privados y todas las demás presunciones solipsistas que este mismo reseñista ha sufrido en varias ocasiones, es al mismo tiempo producto de una ilusión y demostrablemente falsa (...)".
De "La autoridad y el uso del inglés Americano", David Foster Wallace.

**Debo agradecer a Herme por enviarme el libro desde tan lejos. Agregar, también, que estaba tomando una prueba sobre el signo lingüístico y otros demases tópicos lingüísticos cuando leía el fragmento que acabo de transcribir y que no pude evitar reirme a carcajadas dentro de la sala para sorpresa de mi estudiantado de ese momento (y quebrar en un segundo la formalidad de la situación).
*** DFW, en este fragmento, intenta echar por tierra el trabajo de los lingûistas descriptivistas (y la pragmática) que apuntaban a la teoría de que todo habla es personal y que por lo tanto, toda norma lingûística no puede remitir sin restringir este fenómeno (esto atacando a los lingûistas normativistas, que, por lo que se puede leer, DFW defiende hasta cierto punto). Esto por el asunto del diccionario que se supone registra el modo de hablar de cierto grupo en cierto momento. DFW, con su interpolación del fenómeno del lenguaje privado al estado del fumador adolescente de marihuana, otra vez demuestra que, sin necesidad de utilizar tecnicismos estrafalarios y con mucho humor, puede hacerse mierda cualquier punto de vista (por muy serio que éste parezca).