sábado, 16 de abril de 2011

Mi noche con "Mi noche con Maud"


“El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia, entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que se necesita para la vida. ¿Se ríe usted?” (De “El árbol de la ciencia”, Pío Baroja)
El ser humano sobreviviendo /se/ en la soledad en el /y frente al/mundo. Escena que descorre el telón de una historia que expone, alegóricamente, la necesidad de apego, por parte del sujeto, a pilares sociales que se sostienen firmemente en la ficción y que permanecen por una tradición ausente de crítica (por opción, Pascal). El protagonista evade esta soledad dolorosa conduciendo a la Iglesia en busca del sentido existencial encriptado en el sermón, que, aún es expuesto de manera más explícita cuando aborda el tema de la santidad  (como propósito de vida) en las últimas escenas.
Francoise y Maud representan dos opciones distintas frente al modo de ir-existiendo para el sujeto, dos posibilidades de enfrentar una vida impuesta y carente de sentido en sí misma. Francoise, la opción de asumir la existencia con un sentido heredado por tradición y asumirse un ente pasivo, y Maud, la posibilidad de ser el artífice de su propia vida (radicalmente podría decirse que se está entre el “dejarse existir” (por lo demás)  y el “existirse”). También podría leerse en las mujeres de la historia la intención de poner al protagonista entre la fe (Francoise) y  la razón y no ha de ser casual que sea un filósofo el que le conduce a su encuentro con Maud. La manera en que el sujeto concibe la idea amorosa en relación a Francoise no puede distar más de la razón y se ubica muy cercana a la compulsión religiosa, ciega, irreflexiva: “Ese día lunes 21 de diciembre me vino la idea repentina, definitiva, de que Francoise sería mi mujer”. Francoise es una desconocida por lo que el “inventar(se)la” es mucho más fácil para él, un soñador (Herme). Luego, cuando ella “se des/cubre”, el protagonista no hace sino re/cubrirla (ficticiamente) con su culpa y pasado. Lo curioso es que si bien Maud representaría a la razón, en ella ésta se conjuga magistralmente con la pasión presentando a un personaje dinámico, no convencional, seductor y perdido en la existencia (Herme). El aporte en la construcción de los personajes va por ese lado, por salirse de las dicotomías y poner en un mismo sujeto características tradicionalmente incompatibles pero humanamente observables (la multiplicidad del ser). Como ejemplo, se puede observar en Francoise, una mujer católica y conservadora pero amante de un hombre casado, es decir, moralmente coja. Ese rasgo de humanidad es trabajado en la película a través de los discursos de los personajes y la incoherencia con sus actos, de la contradicción, la pugna virtual entre el deber y el querer ser/hacer que se acaba queriendo…la inmoralidad, en el relato, es humana. Lo otro, ficción.