sábado, 16 de abril de 2011

La proyección y destrucción pública

¿Qué función cumple la farándula en nuestra existencia? ¿A qué necesidad responde, por parte de quien se expone como de lxs receptores de esta exposición? ¿Qué tipo de placer conduce al ser humano a sobrexponerse y a disfrutar de la sobreexposición ajena? ¿Por qué nuestra existencia pende de la lógica del reality show, del mostrar (se) y consumir (nos)? ¿No responde acaso a una sofisticada manera, actual, de consumo de seres humanos (antropofagia posmo)? Es decir ¿no consumimos a otros, la vida de otro, sus ideas, su imagen a través de la farándula?  ¿No nos alimentamos de la imagen de otrx apetitosamente? Ciertamente la imagen se ha convertido en un altar de culto en estos tiempos, pero la farandulización ha ido más allá, se ha encargado de exhibir el proceso de construcción de estas imágenes, de mostrar “lo que no se vio”, de abrir la cortina mientras se está “tras bambalinas”. En esta característica, en parte, se debe basar su éxito, en su capacidad de des-cubrir lo que antes se encubrió, de satisfacer la curiosidad por parte del receptor. Seguramente la farándula no es sino una simbiosis mediática refinada. Si intento centrarme en las preferencias de quien disfruta/lucra de la exposición pienso ¿qué necesidad o deseo impulsará este afán de mostrarse, fragmentariamente, en este striptease mediático (mostrarse poco a poco es más lucrativo que todo a la vez)? A veces se me ocurre que el asunto funciona como un espejo. Ver nuestra imagen reflectada, primeramente, nos brinda cierta certeza de que somos/estamos y luego cómo somos/estamos. Pues bien, en esta situación cotidiana, el espejo cumple la función de recrear al sujeto (en la imagen del sujeto en el espejo) y en cierto modo, volver a crearlo en su realidad (en la imagen que el objeto proyecta/devuelve y  permanece en la retina del sujeto). El juego podría entenderse como a) el sujeto se proyecta en el espejo o b) el espejo proyecta/devuelve al sujeto. Yo voto por c) el movimiento es en ambos sentidos simultáneamente. Los medios funcionan como el espejo, proyectando no sólo la imagen del famoso, sino que transmitiendo el proceso de construcción de esa imagen (entiéndase como lo que explico en b)); en el fondo, a partir del reflejo, recrean al sujeto en cuestión (colectivamente). Pero puedo ver, simultáneamente (y se me viene a la cabeza la imagen de muchas teles encendidas con sus respectivos televidentes frente a la pantalla), que en los receptores de la farándula, es decir, la gente que disfruta de este ejercicio, ocurre lo mismo que planteaba líneas atrás. Es decir, cada televidente, mediado por el televisor, se convertiría en espejo del famoso, reflejándolo y recreándolo a la vez. Y el famoso se refleja, también mediado por el televisor, en cada receptor. Entonces, se me figura esto del ejercicio farandulero una especie de caleidoscopio humano posmo.