martes, 18 de junio de 2013

Proyecto para un balcón u ornitología del encuentro

A ti.

Claro que me gustaría que vinieras en agosto. Si quisieras, podríamos mirar a los picaflores del Almendro. Siempre vienen ese mes a desvestirlo de sus pétalos con la mayor gracia que pudieras imaginar. A veces los veo disfrutando entre sus flores blancas, acercando sus alitas con sumo cuidado, como si no quisieran rozar los pétalos, o bien, como si quisieran controlar ese roce a voluntad. No les place ese roce inmotivado, sino, aquel roce premeditado, esperado, provocado ¿Recuerdas esa tarde en la que desembalamos el televisor? Estuvimos toda la tarde sentados en el cuarto, moviéndonos según transcurrían los rayos, con el plástico de embalaje entre las manos, gozando del placer de reventar burbuja tras burbuja. Se me figura que, producto de esta imaginación escandalosa que ya me conoces, los picaflores se acercan así a las ramas, intentando prolongar el momento entre la ausencia de contacto y el roce. Ese paréntesis contiene cada roce imaginario que el picaflor proyecta y cada uno de estos es distinto entre sí y distinto del real. Así, su placer es infinito y siempre otro.
Debes sospechar que son criaturas muy nerviosas por lo que tendremos que sentarnos en silencio y con paciencia. Pondré cojines en las sillas para que no te incomode la espera. Tal vez te parece un modo curioso de pasar el tiempo y lo es. Muchas veces hay que esperar bastante rato para contemplarlos algunos segundos pues, apenas adivinan que los estás mirando, vuelan lejos, aunque no demoran en regresar. Es un vuelo de despiste  así que debes aprender a actuar frente a ellos luciendo despistado, entiendes? Cuando ellos nos miren, debemos hacerlos creer que no hemos advertido su presencia fijando la mirada en cualquier punto otro del plano, en los techos, en las nubes, en la ropa tendida; el asunto es evitar sus ojos. No les agrada ser descubiertos en sus juegos florales. Ya te habituaras a esta rutina de alturas.
Yo no sé qué pensarás de esto, de ponernos en el balcón a observarlos...agosto es un mes frío, pero te ofrezco mi árbol. También podemos preparar un té. Sabes que ese café tan cargado me hace mal, aunque sea de esa marca que siempre mencionas y  nunca recuerdo (y que acabo de recordar! Zanetti...). Puedes traer tus discos, aunque yo sea quien los ponga en el tornamesa. Soy quisquillosa con el tema de las agujas, aunque mi Tata me ha dicho que puedo encontrar repuestos en San Diego o el Bío. Podríamos aprovechar de pasar a buscar el libro del Marqués donde el señor que vende ciencia ficción y jugar a quién pilla el libro más bakán antes (juego que siempre te permito ganar).
Eso ¿Te tinca lo de los picaflores, entonces? Confírmame con antelación para poner un par de sillas en el balcón, que por ahora sólo está la mía esperando a que regresen.
e