domingo, 27 de octubre de 2013

Venus in furs/La venus de las pieles*

Severin, your servant comes in bells, please don't forsake him 
Strike, dear mistress, and cure his heart






Contrato entre Sacher-Masoch y Wanda von Dunajev


"Esclavo mío,
Las condiciones bajo las que os tomo como esclavo y os permito estar a mi lado son las siguientes:
Renuncia completa e incondicional a vuestro yo.
No tendréis otra voluntad que la mía.
Seréis en mis manos un instrumento ciego, que cumplirá sin resistirse todas mis órdenes. Si olvidaseis que sois un esclavo y no me prestaseis incondicional obediencia en todas las cosas, tendré derecho a castigaros y a corregiros a mi gusto, sin que oséis quejaros de ello.
Todas las cosas amables y felices que os conceda son una gracia de mi parte y serán tomadas por vos, con agradecimiento, como tales; no tengo ninguna deuda, ningún deber con vos.
No seréis ni mi hijo, ni mi hermano ni mi amigo, no seréis otra cosa que mi esclavo, que yace en el polvo.
Así como me pertenece vuestro cuerpo, así también me pertenece vuestra alma; y por mucho que sufráis, habréis de subordinar vuestros sentimientos y vuestras emociones a mi dominio.
Me estará permitida la máxima crueldad; y si os mutilo, lo soportaréis sin quejaros. Habréis de trabajar para mí como esclavo; y si yo nado en la abundancia y a vos os hago pasar miserias y os pisoteo, habréis de besar sin rechistar el pie que os pisa.
Podré despediros en cualquier momento, pero a vos nunca os será lícito marcharos de mi lado sin mi voluntad; y si huyeseis, me concedéis el poder y el derecho de torturaros hasta la muerte con todos los tormentos imaginables.
No tendréis nada fuera de mí, yo seré para vos todo, vuestra vida, vuestro futuro, vuestra felicidad, vuestra infelicidad, vuestro tormento y vuestro placer.
Habréis de cumplir cualquier cosa, buena o mala, que yo pida, y si os exijo que cometáis crímenes, habréis de convertiros en un criminal, para obedecer a mi voluntad.
Me pertenecerá vuestro honor, igual que me pertenecen vuestra sangre y vuestro trabajo; yo soy la dueña de vuestra vida y vuestra muerte.
Si algún día no podéis seguir soportando mi dominio y se os vuelven demasiado pesadas mis cadenas, entonces habréis de mataros. Jamás os devolveré la libertad.
Me comprometo bajo palabra de honor a ser el esclavo de la señora Wanda von Dunajev, tal como ella quiera, y a someterme sin resistencia a todo lo que ella me imponga.
Doctor Leopold, caballero de Sacher-Masoch"


*Sacher-Masoch

miércoles, 16 de octubre de 2013

Reglas para la dirección del cuerpo*

En primer lugar, debe comportarse a la altura de las circunstancias independiente de las circunstancias de vida que la haya tocado, usted debe estar a la altura, siempre.

Seguimos. Muestre algo de pierna, así, muestre algo de escote, así, sonría al menor indicio de mirada, sonría en la fila, sonría en la micro, muestre más pierna y sonría como en permanente estado de celo. No olvide mostrar escote, párese derecha y muestre escote, viva en una vitrina constante. Una cosa es saber venderse y otra es saber hacerla.

Pero continuemos, anote, y que lo anterior tenga un efecto exitoso en el otro, tíñase, maquíllese, hágase las manos, hágase los pies, hágase el cuerpo a la medida del amor, quítese años, una diosa no sólo debe serlo sino también parecerlo, padecer la divinidad. Sobrarán cuerpos en su cama.

Acto seguido y acto sumado a todos los actos mencionados anteriormente, da lo mismo el orden, improvise, aprenda a abrir las piernas, practique el gemido, ni muy alto ni muy bajo, evite escandalizar, aprenda a agarrar, aprenda a chupar, aprenda a lamer, y procure hacerlo todo bien, aunque ignore siempre qué significa bien para usted, qué significa...muéstrese siempre extasiada hasta el carmín, viva en un éxtasis a la medida de cualquiera, de todos.

Para finalizar, calle, tómele el pulso a cada amante, acurrúquese en sus pechos y anote la cantidad de latidos por segundo, modele su cuerpo a la medida universal, a la medida de todos los cuerpos posibles en su cama, a la medida de todos los cuerpos que pueda pasarse por el cuerpo, a la medida de un cuerpo promedio, practique de pie, practique acostada, practique de lado, practique en cuatro, practique arriba y abajo, practique sentada, practique invertida, practique por delante y por detrás, practique practique practique practique practique practique practique hasta esa satisfacción ajena que nunca le será familiar.

*Descartes.

jueves, 10 de octubre de 2013

Anatomía de la medida

I

Habría que fijarse antes
en su andar de muñeca rota
habría, dicen
que mirarle la mano roma
antes
habría que santiguarle el corazón
que perdonarle el deseo
habría que coserla a su cuerpo,
que tomarle las medidas,
cuánto le duele, a ver,
dígame,
(párese derecha),
cuánto mide su capacidad amatoria,
(levante un poco el brazo)
cuánto le pesan las palabras,
dígame,
(cien de caderas)
cuántos meses de olvido,
cuénteme,
cuántos pasos en falso,
(levante la cabeza)
dígame,
cuánto simulacro, cuánto deseo,
cuántos orgasmos,
respóndame,
¿por qué duele?
¿por qué duele aún?
(no hemos terminado)


II

Siéntese por aquí.
Usted vino a donar su mano
a domar su mano
a doblar su mano
a dormir su mano
a dominar su mano
a documentar su mano
Usted vino a donar su mano.
Póngase esta bata.
Camine por este pasillo.
Acuéstese.
Al despertar sentirá un leve mareo.
No se preocupe: su mano está en buenas manos.
Cuente hasta 0.


...¿Por qué duele?...
...¿Por qué duele aún?...
(no hemos terminado)


III

Ella nunca quiso.
Ella lo supo temprano.










jueves, 26 de septiembre de 2013

Defensa de tu promiscuidad

Yo defiendo tu cuerpo a rabiar
tu carne en vitrina
extinguiéndose de cama en cama
de todas tu cuerpo
tu solidaria carne
repartida entre tantas
tantas veces tu cuerpo
pasando de mano en mano
sacándonos chispas de roce en roce
un único cuerpo
incendiando las noches.

Yo defiendo tu indómita espalda
animal en fuga
lugar común de todos los besos
ruta de nuestra saliva
mojado
gemido
mojado
gemido
cadáver y trofeo en cada gesta
tu espalda en mi lengua
atravesada de gozo
mi lengua
muriéndose
espalda abajo
espalda arriba
mi lengua
viajera
sobre tu cuerpo.

Me he besado con todas
en cada uno de tus pliegues
las he besado a todas
las veces que lamí tus dedos
las veces que tomé tu mano y lamí tus dedos
lamí sus dedos
los abrí y los lamí en una anáfora inércica
lamí a aquéllas vecinas de la carne
de tu carne
turnada
infinita
matriz de placer
mártir de la causa
tu cuerpo nuestro
cuerpo regalado en la calle
rifado en la fiesta
desplegado bajo mi carne
incansable
tu cuerpo
inapropiable
lo celebro
muriendo bajo su peso.







sábado, 21 de septiembre de 2013

?

El cisne despliega el cuello donde reposa la espada y corta 
poniendo fin a toda incertidumbre.


Él dice por qué otra vez, solloza mientras amanece su ventana, dice mierda, la próxima vez no me levanto, tengo ganas de decirte maldita, te digo maldita tantas veces como alcance antes de quebrar la palabra, tuviste que decirlo o no decirlo, pero dijiste y bien, me has roto un poquito más ¿no lo oyes? Fuma. Amanece. Llora. Te digo que no. Llorarás pasado mañana, anuncias, llorarás y mucho, me dices, y mucho, me dices que te dueles solo, que no importa si duele, que importa que duela solo, pero no quieres decir soledad. Fumas. Amanece. Recuerdas maldecirla un poco más, sólo unas veces más antes de dormir, las veces necesarias para que ella escuche, no importa si dices mal, importa decirle. Y la besas. Se oscurece bajo las sábanas y la buscas y está justo allí al alcance de tu mano, pero no la alcanzas, demasiado cerca para ver-la, no te quiero ver más, ¿entiendes?, dices que no la quieres y que la quisiste, te quise, dices, ya no. Giras. Te duele. Sollozas.  Duermes. Amanece.

jueves, 12 de septiembre de 2013

The wicker man


Ror qual*

Despertamos con  ojos ahogados en lágrimas,
con  costas pariendo cadáveres,
con un mar ultrajado rubí. 



La ballena azul se extinguió. En algún momento, las costas del mundo comenzaron a poblarse de cadáveres azules que fueron muriendo en fila y se convirtió en todo un espectáculo el ir a observar ese tren de cetáceos varados.
Un informe estadístico, a cargo de la CBI*,  expuso por el año 2032 sobre una alarmante y sorpresiva baja en la población de estos animales. Si bien, su caza se prohibió a partir del año 1960, los datos arrojados por dicho informe mostraban un decrecimiento desmesurado de ejemplares entre los años 2030 y 2040, aún peor que el sufrido por los cetáceos entre los años 1930 y 1960 cuando fueron de gran utilidad para la industria cosmética y alimenticia, entre otras.
El curioso fenómeno aparecía descrito del siguiente modo en un extracto del documento:

Balaenoptera Musculus

N° ejemplares                          Año                                     


8.000                                        2020                  

4874                                         2025
1321                                         2030 
163                                           2031
                

Al principio, la gente sintió lástima. Acudían con baldes a la orilla de las playas, y luego de quitarse zapatos y arremangarse pantalón, se metían al mar, llenaban los baldes e intentaban refrescar los enormes cuerpos perdidos.

Los biólogos no lograban explicarse que los mamíferos vararan, en distintos lugares, con una sincronía macabra. Se les vio morir en California. Los turistas, que acostumbraban incluir en sus dinámicas de mall la observación y alimentación de los cetáceos como un espectáculo de varietés, quedaron perplejos ante el gran número de ejemplares que concurrió a deleitarlos con sus proezas aquel día.
La imposibilidad de mover los cuerpos varados, decantó prontamente en una frustración que acabó con las buenas intenciones de los circunstanciales socorristas. El agua salada, que a ratos llegaba a humedecer la piel de las ballenas entregadas hace mucho tiempo a un destino trágico, no lograba evitar la desecación ; la inevitable muerte se volvía más cruenta ante la esperanza de vida que llegaba con cada gota de agua que alcanzaba sus cuerpos sin conseguir arrastrarlos mar adentro.

Luego de la frustración vino el asco. Intentaron devolver a las colosas al mar. Amarraron sus cuerpos con gruesas sogas. No hubo selección. Enlazaron a vivas y muertas.  Arrastraron a los cetáceos por las playas con 4X4, con tractores, levantaron sus pesos con grúas, pero los cuerpos permanecieron sobre la arena, mudos, surcados por las marcas de las cuerdas, abiertos impudorosamente ante ojos indolentes.
Durante la agonía de algunas que sobrevivieron al fracasado intento, la sangre que cubría la arena fue alterando la fisonomía de la playa. Las posas carmesí devinieron en ríos. Algunos fluyeron desde su lecho hacia el mar, mientras otros, en el trayecto, fueron conformando monumentales costras. Entre ellas, los cadáveres se mecían, parsimoniosamente, al capricho de la marea que parecía disfrutar el no decidir llevarlos consigo o dejarlos entre las costras como trofeos. Entretanto, una espuma rojiza coronaba su frontera.
Uno o dos días después, llegaron hombres y mujeres desde distintos lugares de la ciudad a disputar la carne de las ballenas a  gaviotas y perros. Vinieron con machetes. Trajeron unas hachas. Aparecieron con cuchillos. Cualquier apero sirvió para destazar los cuerpos y dejar al descubierto las impresionantes estructuras óseas.
La gente se agolpaba en la playa para observar el espectáculo que ofrecían los rorquales tendidos en la arena. De sus cuerpos se desprendía carne a granel.
Las ballenas que habían mantenido su lucha hasta ese punto, fueron descuartizadas del mismo modo que los cadáveres. Los azarosos carniceros hicieron caso omiso a las miradas aún vivas que les observaban desde la inmovilidad de las moles. Para el oído humano fue imperceptible el sollozo. Para el humano se hizo invisible el latido. Sus manos impulsadas por el placer del corte se extraviaron en las carnes a machetazos. 
La faena estuvo concluida en un par de días gracias a la determinación con que se llevó a cabo. De los titánicos cetáceos que vararon en los márgenes quedó sólo una pulcra osamenta.
Las familias comenzaron a habituarse a pasear por el litoral para observar aquellos restos monumentales que permanecían inmutables sobre la arena. Algunos volvían a casa con un hueso de recuerdo.
Una mañana de paseo, pudo advertirse que algunos esqueletos estaban forrados en lona. Desde muy lejos, parecía como sí las ballenas hubiesen regresado a habitar sus restos. Era una puesta en escena entre mística y pánica. Cerca de los armazones de hueso y tela, podían observarse unas improvisadas puertas, oírse conversaciones que hacían eco dentro de las estructuras, distinguirse unas luces que escapaban por la cavidad ocular.
Había gente viviendo dentro de las azules.

*"terminado"

miércoles, 11 de septiembre de 2013

40 años y un día

Chile ha sido un país trágico desde que en el siglo XVI adquirió el nombre de Chile. En ninguna otra parte de América la Conquista duró tanto como aquí. La resistencia armada del pueblo originario que fue llamado araucano por la epopeya en verso que relata el comienzo de la guerra de varios siglos desde la entrada de españoles al territorio, es la única propiamente militar en el continente. El nuestro es un país singular que celebra sus tragedias colectivas más que sus triunfos. No olvida nunca sus principales dolores y resistencias masivas o heroicas.
El 11 de septiembre de 1973, cuarenta años después representa en vivo la principal crisis sangrienta y cruel desde la Independencia política a principios del siglo XIX. Fue la principal ruptura de la historia del país posterior a la Independencia.
Las brutalidades de la dictadura pinochetiana de uniformados con civiles malos, quebró la vida bastante civilizada que había conseguido el país. Ello plantó por tiempo largo, que prosigue en el inconsciente colectivo de los chilenos, y en hechos crudos, unas muestras crueles de barbarie que en las costumbres han parecido casi “normales”.
Le quitaron civilización al país y a sus habitantes, incluso hasta el día de hoy. Somos menos valiosos que hace cuarenta años y un día.
Armando Uribe Arce*

* Aquél de la mano lúcida

martes, 10 de septiembre de 2013

A 40 años del comienzo de la desaparición

1.   Antes que su hija de 5 años
      se extraviara entre el comedor y la cocina,
      él le había advertido: "-Esta casa no es grande ni pequeña,
      pero al menor descuido se borrarán las señales de ruta
      y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

2.    Antes que su hijo de 10 años se extraviara
      entre la sala de baño y el cuarto de los juguetes,
      él le había advertido: "-Esta, la casa en que vives,
      no es ancha ni delgada: sólo delgada como un cabello
      y ancha tal vez como la aurora,
      pero al menor descuido olvidarás las señales de ruta
      y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".

3.    Antes que "Musch" y "Gurba", los gatos de la casa,
      desaparecieran en el living
      entre unos almohadones y un Buddha de porcelana,
      él les había advertido:
      "-Esta casa que hemos compartido durante tantos años
      es bajita como el suelo y tan alta o más que el cielo,
      pero, estad vigilantes
      porque al menor descuido confundiréis las señales de ruta
      y de esta vida al fin, habréis perdido toda esperanza".

4.    Antes que "Sogol", su pequeño fox-terrier, desapareciera
      en el séptimo peldaño de la escalera hacia el 2º piso,
      él le había dicho: "-Cuidado viejo camarada mío,
      por las ventanas de esta casa entra el tiempo,
      por las puertas sale el espacio;
      al menor descuido ya no escucharás las señales de ruta
      y de esta vida al fin, habrás perdido toda esperanza".



5.    Ese último día, antes que él mismo se extraviara
    entre el desayuno y la hora del té,
    advirtió para sus adentros:
    "-Ahora que el tiempo se ha muerto
    y el espacio agoniza en la cama de mi mujer,
    desearía decir a los próximos que vienen,
    que en esta casa miserable
    nunca hubo ruta ni señal alguna
    y de esta vida al fin, he perdido toda esperanza". 


La desaparición de una familia, Juan Luis Martínez

domingo, 8 de septiembre de 2013

De "Emily L.", Marguerite Duras*



Para Pablo y para ti**




*Duras, Chagall y Arvo Part.
** que sabrán ir más allá de mis limitaciones y/o carencias interpretativas

sábado, 7 de septiembre de 2013

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Rorqual

Despertamos con  ojos ahogados en lágrimas,
con  costas pariendo cadáveres,
con un mar ultrajado rubí. 



La ballena azul se extinguió. En algún momento, las costas del mundo comenzaron a poblarse de cadáveres azules que fueron muriendo en fila y se convirtió en todo un espectáculo el ir a observar ese tren de cetáceos varados.
Un informe estadístico, a cargo de la CBI*,  expuso por el año 2032 sobre una alarmante y sorpresiva baja en la población de estos animales. Si bien, su caza se prohibió a partir del año 1960, los datos arrojados por dicho informe mostraban un decrecimiento desmesurado de ejemplares entre los años 2030 y 2040, aún peor que el sufrido por los cetáceos entre los años 1930 y 1960 cuando fueron de gran utilidad para la industria cosmética y alimenticia, entre otras.
El curioso fenómeno aparecía descrito del siguiente modo en un extracto del documento:

Balaenoptera Musculus

N° ejemplares                          Año                                     

8.000                                        2020                  
4874                                         2025
1321                                         2030 
163                                           2031
                

Al principio, la gente sintió lástima. Acudían con baldes a la orilla de las playas, y luego de quitarse zapatos y arremangarse pantalón, se metían al mar, llenaban los baldes e intentaban refrescar los enormes cuerpos perdidos.
Los biólogos no lograban explicarse que los mamíferos vararan, en distintos lugares, con una sincronía macabra. Se les vio morir en California. Los turistas, que acostumbraban incluir en sus dinámicas de mall la observación y alimentación de los cetáceos como un espectáculo de varietés, quedaron perplejos ante el gran número de ejemplares que concurrió a deleitarlos con sus proezas aquel día.
La imposibilidad de mover los cuerpos varados, decantó prontamente en una frustración que acabó con las buenas intenciones de los circunstanciales socorristas. El agua salada, que a ratos llegaba a humedecer la piel de las ballenas entregadas hace mucho tiempo a un destino trágico, no lograba evitar la desecación ; la inevitable muerte se volvía más cruenta ante la esperanza de vida que llegaba con cada gota de agua que alcanzaba sus cuerpos sin conseguir arrastrarlos mar adentro.

Luego de la frustración vino el asco. Intentaron devolver a las colosas al mar. Amarraron sus cuerpos con gruesas sogas. No hubo selección. Maniataron a vivas y muertas.  Arrastraron a los cetáceos por las playas con 4X4, con tractores, levantaron sus pesos con grúas, pero los cuerpos permanecieron sobre la arena, mudos, surcados por las marcas de las cuerdas, abiertos impudorosamente ante ojos indolentes.
Durante la agonía de algunas que sobrevivieron al fracasado intento, la sangre que cubría la arena fue alterando la fisonomía de la playa. Las posas carmesí devinieron en ríos. Algunos fluyeron desde su lecho hacia el mar, mientras otros, en el trayecto, fueron conformando monumentales costras. Entre ellas, los cadáveres se mecían, parsimoniosamente, al capricho de la marea que parecía disfrutar el no decidir llevarlos consigo o dejarlos entre las costras como trofeos. Entretanto, una espuma rojiza coronaba su frontera.
Uno o dos días después, llegaron hombres y mujeres desde distintos lugares de la ciudad a disputar la carne de las ballenas a  gaviotas y perros. Vinieron con machetes. Trajeron unas hachas. Aparecieron con cuchillos. Cualquier apero sirvió para destazar los cuerpos y dejar al descubierto las impresionantes estructuras óseas.
La gente se agolpaba en la playa para observar el espectáculo que ofrecían los rorquales tendidos en la arena. De sus cuerpos se desprendía carne a granel.
Las ballenas que habían mantenido su lucha hasta ese punto, fueron descuartizadas del mismo modo que los cadáveres. Los azarosos carniceros hicieron caso omiso a las miradas aún vivas que les observaban desde la inmovilidad de las moles. Para el oído humano fue imperceptible el sollozo. Para el humano se hizo invisible el latido. Sus manos impulsadas por el placer del corte se extraviaron en las carnes a machetazos. 
La faena estuvo concluida en un par de días gracias a la determinación con que se llevó a cabo. De los titánicos cetáceos que vararon en los márgenes quedó sólo una pulcra osamenta. Las familias comenzaron a habituarse a pasear por el litoral para observar aquellos restos monumentales que permanecían inmutables sobre la arena. Algunos volvían a casa con un hueso de recuerdo.
Una mañana de paseo, pudo advertirse que algunos esqueletos estaban forrados en lona. Desde muy lejos, parecía como sí las ballenas hubiesen regresado a habitar sus restos. Era una puesta en escena entre mística y pánica. Cerca de los armazones de hueso y tela, podían observarse unas improvisadas puertas, oírse conversaciones que hacían eco dentro de las estructuras, unas luces que escapaban por la cavidad ocular.
Había gente viviendo dentro de las azules.


jueves, 29 de agosto de 2013

Anatomía de la Vía Láctea

solos los dos en esta pausa
eterna del tiempo que nada sabe ni quiere, pero dura
como la piedra

L.M. Panero


Bajo el peso de su cuerpo se extendía una galaxia cuyos límites eran el cuello y el culo de ella,
un paisaje blanco tras explosiones de gozo contenido, cada estrella pintada con la leche a punto de estallar, con lo lácteo pulsándole en el sexo, con la esperma presionando por ser expulsada a la vía de esa espalda pegada a su lengua, bautizada con su saliva, su lengua orbitando ese culo hambriento saciado con sus dedos
colmado
abierto
mojado
las nalgas separadas desbordando sus manos
acompasadas
enganchadas a su métrica
estrujándolo complacidas hasta el grito
orfeón de gemidos
universo de lamé destilando de su miembro.

domingo, 18 de agosto de 2013

Estaciones del viaje

 Lira
                           epiglama plimelo
                                  
                                 “El dinelo: ¿Eh la lecong pencha de la viltú?” o “La
                                  pelchevelanchia: ¿tlae we na foltuna” (como dishe el
                                  I ching a cada lato)?

                                  El ploblema
                                  de la ploblecha
                                  paleshe no tenel aleglo;
                                  pelo, kaleshieng do de molal...
                                  no ha de faltal
                                                                 lo matelial

  Rosamel 
       Es difícil abrir el corazón como se abren las ventanas.
     Hay siempre un viento extraño viajando entre nosotros…
     A veces es el lenguaje con que cada uno 

    se cubre para hablar, en vez de descubrirse.

   La Mandrágora

   

Cohen  

5ª  Mahler

       6ª  "Corona para un astrónomo"
...


jueves, 15 de agosto de 2013

Carnicería Punk: Los floreritos del Mal*


Báculo de exiliados, lámpara de inventores, 
Confidente de ahorcados y de conspiradores, 

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria! 

Padre adoptivo de aquellos que, en su cólera, 
Del paraíso terrestre arrojó Dios un día, 

¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria! 

Letanías de Satán, Ch. Baudelaire

                                          Taller del Lunes

                                                   Seba del Mal (me invade China)



                                                            Pez Muerte


*A mi me gustaba más "Las flores del Mal"

lunes, 12 de agosto de 2013

Anatomía del espacio


Para ti, con amor.
Para Arrau y Chopin y sus preludios.

Ella dijo "no hay necesidad de salir con esta lluvia", dijo "no hay necesidad de salir con esta noche", dijo "no hay necesidad de trasnochar en este sueño", dijo "no hay necesidad de salir con este calor".
a) Ella es una mujer postrada, mentalmente hablando.
o
b) Ella necesita que la "saquen" a darse un paseo.
o
c) Ella está marcando territorio todo el tiempo.

Le hago olímpicamente el quite al llamado telefónico. No sé por qué ese artificio de escuchar la voz de un ser incorpóreo, por encontrarse ocupando un espacio otro en ese momento, me causa tal rechazo que, simplemente, soy incapaz de responder el teléfono. Tal vez sea, sumado a lo anterior, un rechazo intrínseco y radical a escindir voz y cuerpo, es decir, saberme en un lugar específico y a la vez, oírme (ser oída) en otro, simultáneamente. Porque la voz es un fenómeno concreto también. ¿Podría alguna vez acostumbrarme a enviar una mano o un pie por teléfono?
Pero ella insistía en llamarme para recibir una parte de mi desde el otro lado del auricular.
-era mi modo defensivo de evaluar dicha situación-.
 A mi no me molestaba que se negara a salir de casa habiendo tanta ciudad fuera.
-Su conducta, por cierto, no era nada extraña. Era replicada por una cantidad considerable de personas que se atrincheraba en sus viviendas como luchando en una guerra fría por el espacio, como temiendo que, de abandonar su puesto, éste pudiese ser ocupado por otro-
-fenómeno que era altamente improbable pues nadie estaba dispuesto a abandonar su morada/cuartel ya que compartía el mismo temor absurdo por el espacio.
-Sucedía como si al abrir la puerta de la casa, se encontrasen de narices con una gigantografía de neón que les advirtiese, a lo Divina Comedia (pero al revés) Abandonad, los que de aquí salid, toda esperanza y entonces, era obvio que optaran, haciendo uso de su "libre albedrío", por el claustro carmelito.
 A ella le placía interpretar mi acción, mi rechazo al uso del teléfono,  como una especie de estrategia para hacerla salir. Como si me importara, en el fondo, su rechazo al mundo. Ignorando esto, o sabiéndolo y siéndole indiferente 
-porque no le importaba importunarme
-o le importaba menos de lo que quería oírme a través de su celular
 insistía con terquedad
-hasta la más completa abyección-
 en llamarme por teléfono.
La gente que me conocía, no me llamaba por teléfono, pero había cierto número de personas que me conocían y no me conocían, pues, me llamaban igual. Ese número insignificativo me inquietaba, esa ambigüedad límbica era deprimente: ser conocida y desconocida a la vez, saberse conocida e ignorada, al mismo tiempo,  ser casi un objeto en estudio, por definir, por existirse en su concepción del mundo.
Cuando el celular comenzaba a acumular en su pantalla un número absurdo de llamadas perdidas, solía responderle
- desde el principio hasta el final de nuestro supuesto diálogo con un "ajá" en serie.
- es decir, muchos e idénticos.
A veces disfrutaba
-ella-
de fijar citas, de proponer lugares y de abrirle paréntesis a nuestros tiempos. Aquellas veces yo creía que iba a ser capaz
-ella-
de abandonar la comodidad de su casa y me figuraba que, al menos, no tendría que estar oyéndola hablar a través del celular. Pero esas veces, que fueron incontables 
-por numerosas y
-por vergonzosas
sucedió que, siempre, un poco antes de la hora y el lugar acordado, me enviaba un sms para cancelar excusándose de modos indecorosos por inverosímiles. Yo confiaba que ella supiese lo mal que había quedado conmigo, en el mal pie que quedaba nuestra amistad, y que, debido a esto, se desapareciese por un tiempo suficiente como para "perdonarla" 
-en su versión del asunto-
Pero no, acostumbraba a contar un par de días para volver a sus ataques telefónicos, ella, mi amiga, mi torturadora, mi cruz, mi karma, mi mochila, ella, definida para (y por) mi como "todo lo que tuviese relación con cargar con un peso durante el tiempo suficiente como para que comenzase a pesar demasiado pero no lo suficiente como para dejar de cargarlo".


domingo, 11 de agosto de 2013

Sobre las autocitas

"He fracasado como escritor -quisiera acordarme de algo en que no haya fracasado para mostrar que hay variedad en mis andanzas-. (...)Mi conversación cuando llega hasta el centro de la calzada, donde nacen y se quedan estos funcionarios, tiene, según me lo he oído decir a mí mismo*, el atractivo de la oportunidad;"

*¡Basta de citar siempre a otros autores! ¡hay que citarse a sí mismo y confiar en la virtud corroborante de las autocitas!

** Citando a Macedonio Fernández y citando su autocita, de "Una novela que comienza".

viernes, 9 de agosto de 2013

Hablas paralelas


la conversación es perfecta en continuidad y simultaneidad; es una furia de tantos monólogos paralelos como personas; cada uno emite el suyo confiando fundamentalmente en que éste tratará de encontrarse con el que le convenga para formar diálogo.
Macedonio Fernández





H                  E                  S                 C              D          ¿V              P                        
o                   l                   i                   l               e            a               o                        
y                                                           a               b            m              b
                                         m                 r               o            o               r
                     t                   i                   o,                           s               e
h                   a                                                                                      c
a                   c                  n                   s               p                             i
                     o                  o                  i                a           a                t
h                                       v                                   s            l                a
e                                       i                    l               a
c                   a                  o                   a               r
h                   b                                       s
o                   r                                                        a           B               m
                     i                   d                                    l           e                o
u                   e                  e                  m                            l                 r
n                   n                                      a                             l                 t
                     d                  t                   t               c            a                 a
                     o                  u                  e              a                                l
f                    n                  r                  m              j
r                    o                 n                  a               e             x
i                    s                  o                  t               r
o                                                           i               o            c
                     u                  l                   c                             h
d                   n                  e                  a                             e
e                                       e,                 s                              l
                                                                                            a
m                  p                  e                   s                             s?
i                   a                   s                   o
e                   r                   c                   n
r                   e                   r
d                  n                   i
a                   t                   b                   u
                     e                  o                   n
                     s
                     i
                     s                                      
                     
                     a
                     l                                       l
                                                             e
                     v                                      n
                     a                                      g
                     c                                      u
                     i                                      a
                     o                                      j
                                                            e
______________________________________________________________________________
Silencio                   Soledad                     que                    tesoy                  esquiva

jueves, 8 de agosto de 2013

Ejercicio: Anatomía de lo naif

Cabeza: tengo ganas de juntar los hemisferios
             Tengo ganas de desordenar el mapa
             Tengo ganas de jugarle chueco al reloj
             Tengo ganas de enviarte flores blancas
             Tengo ganas de dormir durante mucha arena más
             Tengo ganas de poner el vinilo de esa tarde
             Tengo ganas de haber tenido el pelo seco
             Tengo ganas de volverme vieja
             Tengo ganas de volverme loca
             Tengo ganas de hacerme un par de trenzas a lo Kahlo
             Tengo ganas de hacer un collage
             Tengo ganas de volverme gata
             Tengo ganas de tus manos
             Tengo ganas de nuestros paseos
             Tengo ganas de que quieras verme
             Tengo ganas de imaginarte
             Tengo ganas de volver a viajar
             Tengo ganas de escribir pero no esto
Tengo ganas de tener diez años y sentarme bajo el parrón de la casa de mis abuelos y quedarme mirando el cielo por mucho tiempo tan entretenida con las nubes tan entretenida con sus formas tan ojiabierta de que parezcan animales tan ojipefacta de que una nube galope tan completa a través de tanto cielo y de que todo me parezca tanto de una inmensidad de un absurdo que no me cabe de una belleza inadjetivable de una infancia inexistente.

DaDa


Hugo Ball

martes, 6 de agosto de 2013

Anatomía del silencio


She carries things to extremes...
she goes too far...
she's always changing her mind...
A ella no le interesa lo que él dice de ella.
(Marguerite Duras)
Un silencio se acerca
galopa el pecho
irrumpe en el cuarto
o el quinto
acorde a lo esperado
ni más ni menos
ni fu ni fa
ni silencio ni escritura
algo meridiano y ladino
se antifaza
se amordaza
se faja
se estrangula la lengua
se estrangula la mano
se detiene el pulso
permanece
escondido bajo la manga del texto
siempre escondiendo ases
como si escribir fuese una partida de algo
que no es ni viaje ni retorno el escribir
ni el silenciar un acto
fallido
el simulacro de la mano
un intento vano por (con)mover
mata la mano
pierde la partida
derrama la escritura por el suelo
y luego llora o algo parecido
se queja o algo parecido
guarda silencio o algo parecido
escribe o algo parecido
se le escapa de la mano un grito!
que delata su mugido
de animal enfermo.


Hans Bellmer

domingo, 4 de agosto de 2013

Ejercicio: "Contigo en la playa"


Un Domingo estando herrando
Se encontraron dos mancebos

Echando mano a sus fierros

Como queriendo pelear



Guadalupe del Carmen


El reflejo del coloso desbordaba los límites del espejo viselado de la toilette. Aquel mueble, herencia de su abuela, además de registrar cada una de las poses con las que el luchador coqueteaba desde distintos ángulos (intentando decidir cuál era la más imponente para reiterarla sobre el ring), recopilaba los incontables elogios de sus seguidores "Para El Chúcaro, el más rudo de todo el Caupolicán" "El rey del ring de San Diego" "¡¡Chúcaro, dales con todo!!". Por otro lado, y si bien no eran tantos, solía conservar en una caja algunos mensajes difamantes escritos, seguramente, por algún fanático de sus víctimas (éstos se niega a compartirlos con el lector). Volvía a ellos de vez en cuando. Aquellas veces le sucedía levantarse con la bata que llevaba bordado su nombre en plateado y pasar frente a su espejo y trono sin desear quitársela...
No era cierto que la señora de la canción mexicana, Guadalupe del Carmen, y él, ídolo del cachacascán, tuviesen una relación clandestina. Aquello, además, sería insostenible pues ella solía asistir al teatro los miércoles de cada semana y proferir halagos que recaían siempre sólo en la persona del Chúcaro.  A él no le gustaba esa mujer. En muchas ocasiones, frente a la toilette, solía reafirmar esta posición diciéndole que no podría jamás estimar a una mujer que cantara sobre tanta desgracia. Prefería a las señoritas alegres y  no podía haber, para el rey del ring, unas más alegres que las italianas. Era inevitable pensar  en las mujeres italianas sin pensarlas en la playa, así, en bikini, maquilladas, luciendo sus peinados estoicos y sus sonrisas impecables. Las imaginaba bailando con entusiasmo y gracia, sin penas nunca. No podían existir criaturas más celestiales que ellas. Por ellas peleaba dos veces por semana. Por ellas y para poder lucir las mallas encendidas, coloridas, majestuosas que le confeccionaba su vecina. Quería conocer la playa, pero la playa italiana, esa playa que le sonreía en italiano, que le cantaba en italiano.*




* ¿Qué historia podría haber tras la persona del Chúcaro?

jueves, 1 de agosto de 2013

Terroristas domésticos


Sueños con peces


"Peces peces soy yo, os llamo: hermosas manos ágiles en el agua. Peces os parecéis a la mitología. Vuestros amores son perfectos y vuestros ardores inexplicables. No os acerquéis a vuestras hembras y héos exaltados ante la sola idea de la semilla que os sigue como un hilo, ante la idea del misterioso depósito que hizo en la sombra de las aguas relucientes otra exaltación muda, anónima.  Peces no intercambieis  cartas de amor, encontráis vuestros deseos en vuestra propia elegancia. Flexibles masturbadores de los dos sexos, peces me inclino ante el vértigo de vuestros sentidos. Quiera el cielo, quiera la tierra  otorgarme el poder de salir así de mi mismo. Cuántos crímenes omitidos, cuántos dramas contenidos en el hoyo del apuntador. Vuestras transparentes exaltaciones, por la muerte de Cristo, ah, cuánto las envidio. Queridas divinidades de las profundidades, me yergo y me agito al pensar un solo instante en el instante de vuestro espíritu en el que se forma la bella planta marina de la voluptuosidad cuyos brazos se ramifican  en vuestro seres sutiles, mientras el agua  vibra alrededor de vuestras soledades y emite un canto de arrugas hacia la orilla (=)). Peces peces, prontas imágenes del placer, puros símbolos de las poluciones involuntarias, os amo y os invoco, peces semejantes a globos aerostáticos. Echad al hueco de vuestros  surcos un lastre profesional, signo de vuestra grandeza intelectual.
                                                                        Peces peces peces peces
                                                      Pero también el hombre hace a veces el
                                                                                                         amor".


"EL coño de Irene" (fragmento), Albert de Routisie.

Hokusai