"Claro que voy a mirarle las almendras de bien cerca, sobre todo ahora que sé que ni su papá ni su mamá están en el 2ºpiso. Que mire que si baja a toda y me abre yo le digo que vaya y se moje bien el pelo y que después me lo traiga, y escoja los mechones que quiera y me los meta a la boca, que yo se los chupo todo lo que quiera, será cierto que nunca la he besado en la boca, pero apuesto a que ningún novio que ha tenido usted le ha chupado el pelo, ¿o no? A mi también me gusta, no crea, le prometo que si me abre la puerta se lo chupo toda la tarde, se puede mojar el pelo las veces que quiera, que yo se lo dejo sequito mamita, ábrame la puerta. Puedo aprender a besar si quiere. Me lavo todos los días la boca con específico pa que no me vuelva a dar mal aliento. Me hago ver de un especialista, que me manden a ee uu a hacerme ver de la rasquiña, todo lo que usted quiera. Mire cómo es que yo utilizo mi bocabeso: es lo primero que le acerco, comienzo mordisqueando cautelosamente los labios inferior y superior, por turno, después respirar en toda esa tela que cubre tus senos elizabethtaylorianos, asentar allí las manos, a que crispas el cuerpo, a que me abres la puerta si te hago todo eso. Toc Toc."
Fragmento de "¿Lulita que no quiere abrir la puerta?", Andrés Caicedo.