Por Francis Bacon.
"¡Pierre -me dijo-, mírame!
(...)
Lo que mi madre me decía me desgarraba.
(...)
-Eres demasiado joven -dijo-, y no debería hablarte, pero debes a fin de cuentas preguntarte si tu madre es digna del respeto que le tienes. Ahora, tu padre ha muerto, y estoy harta de mentir: ¡Soy peor que él!
(...)
Más tarde, me diría esa frase de mi padre: "Déjamelo a mi". Ese fue el deseo de mi padre, al comprender que, para mí, mi madre era intachable y que debía permanecer así a toda costa. Su muerte hacía intolerable este acuerdo. Y, en el desconcierto que siguió, ella cedió a la tentación de mostrarse inmunda a mis ojos, como se complacía en mostrarse siempre que se entregaba.
-Querría-y con ella expresaba el legado que, al envenenarse, ella me dejó-, que me quisieras hasta en la muerte. Por mi parte, te quiero ya en la muerte. Pero acepto tu amor a condición de que sepas que soy repugnante y de que me quieras sabiéndolo".
En la escena, el parto distinto y necesario. La madre que, desgarrando a su hijo, re-nace a través de él.
La figura materna de Bataille no sólo busca liberarse de la manera más honesta de ese papel que circunstancialmente le ha tocado desempeñar, sino, con ello, libera también a su hijo de ese afecto pre fabricado prenatalmente que lo subyuga a ella, ese lazo que culturalmente les ha sido impuesto desde antes de conocerse incluso. Porque los roles ya restringen cualquier posibilidad de existencia de un sentimiento auténtico entre ellos. Los roles constriñen y amoldan culturalmente los afectos y los perpetuan en serie. Por eso la muerte en la escena, la revelación y el nacimiento. La muerte de estos códigos prestados y anacrónicos (porque vienen de contextos culturales anteriores), la revelación de una nueva forma de amarse fuera de los códigos y el nacimiento de una relación en libertad (es curioso que en el relato la madre se sienta repugnante al hacer uso de su libertad y que, aun así, se empeñe en hacer uso de ésta porque así esa libertad tiene el valor agregado de ir, no sólo contra la sociedad, sino, contra sí misma para vivirse). Claro que madre e hijo pueden amarse, pero en terrenos distintos a los de ese pre afecto heredado y perverso.
"Mi madre" (fragmento), Georges Bataille.
miércoles, 29 de junio de 2011
lunes, 27 de junio de 2011
domingo, 26 de junio de 2011
Cero
“…Así el color de la memoria
será un retrato desvaído de la in-memoria,
un borrón afiebrado un cuento
de revoltura entre vivientes y finados tu cuento.
Por eso, abre los ojos / cierra los ojos vuélvete mágica
que
entre lo que veas y lo que no veas
puede estar el sentido de esta iluminación, o sea,
tú ahí, parada sentada con una costura en la boca,
sabia y hermosa como las abuelas huilliches”
será un retrato desvaído de la in-memoria,
un borrón afiebrado un cuento
de revoltura entre vivientes y finados tu cuento.
Por eso, abre los ojos / cierra los ojos vuélvete mágica
que
entre lo que veas y lo que no veas
puede estar el sentido de esta iluminación, o sea,
tú ahí, parada sentada con una costura en la boca,
sabia y hermosa como las abuelas huilliches”
Delia Domínguez
Luego de asesinar al padre de su hijo y de abandonar a la criatura en un vagón de un tren al sur, regresó a la casa que no compartieron durante todo el tiempo que duró aquella fachada. Al ingresar, posó la mirada en cada objeto que poblaba ese sitio como de revista de decoración, aquella como “casa piloto”, pensó y decidió comenzar a hacerlo su hogar. Luego de quitar cada no recuerdo de los muebles, de los estantes, de los libreros, de las cómodas y de los veladores, envolvió los más frágiles en papel de diario y los colocó dentro de unas cajas de cartón que se había conseguido en un almacén cercano. Los días jueves, recordó, pasaba el camión de la basura por el barrio. Horas antes de eso, puso las cajas afuera y sin poder ser observada, observó como los cartoneros fueron llenando sus triciclos con lo que debió ser su lámpara, “la lámpara prestada”, maulló. Anocheció.
La casa había quedado vacía y, por lo tanto, llena de posibilidades de habitarla. Pero ella no necesitaba una casa, necesitaba apenas un escalón, que circunstancialmente, quedaba dentro de la casa. Decidió contar los escalones que componían armoniosamente la escalera. Quiso contarlos en la medida que iba ascendiéndolos y se percató, ya en el quinto, cómo era que la escalera resultaba ser un objeto de esos que ella podía llamar revolucionarios por ese afán de ir, peldaño a peldaño, desafiando a la naturaleza. En total sumaban quince. Lo anotó. No bastó realizar estos cálculos sino, a esta acción, prosiguió la tarea de medir la escalera, que en su extensión alcanzaba los dos metros con cincuenta centímetros. Pensó que debía coincidir el escalón ocho con el metro y veinticinco centímetros. Volvió a subir la escalera y se detuvo en el metro veinticinco centímetro que resultaba no coincidir con el descanso del peldaño ocho sino, estar en la contrahuella compartida por el piso ocho y nueve. Marcó el lugar donde los centímetros sumaban ciento veinticinco. Entonces, sintió cansada una de sus patas delanteras. Debía ser a causa de ese afán por escribir, por intentar registrar, y decidió no volver a escribir jamás. Ahora, lo que no pudiese quedar inscrito en su memoria felina, permanecería incorrupto sólo en su tiempo y no sería arrastrado, a partir de la letra, hacia un tiempo distinto a su existencia. No quería palabrear fantasmas.
Retrocedió al escalón seis para observar, desde allí, el ocho. Movió su cabeza peluda hacia un lado y hacia otro y su cola denotaba esa tensión de la decisión. Avanzó, con lentitud y elegancia, un peldaño y otro hasta llegar al escogido. Advirtió que el color amarillo de su pelaje contrastaba hermosamente con el café oscuro de la escalera. Conformarían, a los ojos de todos, un ser verdaderamente agraciado. La huella octava era lo bastante grande como para soportar el cuerpo redondo y breve de la gata. Procedió a lamer su pata izquierda para luego pasarla con ahínco por detrás de su oreja. Pese a que lo intentó, su pata derecha no pudo limpiar efectivamente la otra. Se acostó y levantando una de las traseras, pasó su áspera lengua recorriendo toda esa ágil estructura que componía su cuerpo. Esta tarea debió de durar unos treinta minutos. Siendo ya medianoche se durmió ronroneando.
Aunque pasaron días y noches, días y semanas, noches y meses, semanas y años, la gata continuaba durmiendo mientras la escalera se iba llenando de velitas encendidas, botellas con agua y notas de agradecimiento.
jueves, 23 de junio de 2011
El arte ratuno de desestabilizar los códigos
Me gusta esta situación por esa inversión de roles que permite leer, entre muchas cosas, una actitud radical y convencida por parte de la rata (¡por dios, las cosas que escribo!) por ir, no sólo más allá de lo que su naturaleza le dicta, sino, irse derechamente al lado contrario de ésta! Decías que los gatos eran más humanos por esa actitud pusilánime, temerosa. Yo insisto en que el arte de ir siendo humano tiene que ver con esa capacidad de reinventarse fuera de los códigos (genéticos, sociales, culturales, medioambientales, etc), de atreverse a ser algo distinto a lo pre supuesto, de arrancar, victorioso, de todo lo previsto, de fugarse (de todo sistema) para poder ser lo que se quiere realmente ser.
Por eso la rata. Por su empeño, a saltitos (jajajajaja), de ir desestabilizando y reinventando los códigos. Porque siempre hay algo que se escapa de la biología, la filosofía, la literatura, la química, la física, etc...
* =)))
** =))... ---->Con mis babas felinas.
Por eso la rata. Por su empeño, a saltitos (jajajajaja), de ir desestabilizando y reinventando los códigos. Porque siempre hay algo que se escapa de la biología, la filosofía, la literatura, la química, la física, etc...
* =)))
** =))... ---->Con mis babas felinas.
Jugar a(l) escribir/escribir al jugar
"Otra de las deleitables paradojas de Ejercicios de estilo es su carácter de "desliteratura". Por supuesto, como no podía ser de otro modo, se trata de literatura hecha y derecha, pero juega con la ficción de ser proyecto de literatura, ejercitación, borrador, literatura haciéndose ante al lector (rescatar!!!). Nos hallamos en pleno dominio de lo que Johan Huizinga llamaba, en su clásico estudio, el homo ludens. Lo cual no deja de chocar con las concepciones más tradicionales de la seriedad literaria."Preocupada únicamente -apostilla George Perez- por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la Inspiración, el Genio, la Creación, etc), la historia literaria parece ignorar deliberadamente la escritura como práctica, como trabajo, como juego".
Del prólogo de Antonio Fernández Ferrer a los "Ejercicios de estilo" de Queneau.
Los juegos literales atentaban contra la relación de los elementos del signo (entre nombre, objeto y concepto), no era simplemente un invertir sílabas por invertir, comenzar todas las palabras con una misma letra por comenzar, sustituir un sustantivo por el séptimo que le siguiera en el diccionario, etc. Es decir, el juego iba siempre más allá del juego mismo (como desafío, por ejemplo). Se trataba de jugar a desestabilizar los códigos literarios, en el fondo.
lunes, 20 de junio de 2011
Cyrano y sus ejercicios de estilo
Existen algunos antecedentes a los "Ejercicios de estilo" de Queneau, pero éste me ha gustado mucho por su sentido del humor y el juego (y el placer del juego, que parece haber abandonado al escritor (grave/serio/solemne/importante/político/autoridad/pedante/repulsivo/Borges/y otrxs) para ir a posarse sobre el receptor, cuando a mi me parece que si el ejercicio escritural no es placentero en su origen, no podría producir un verdadero placer en el lector). La escena representa la respuesta que Cyrano le da al vizconde luego de que éste lo ha insultado por el tamaño de su nariz:
"Eso es muy corto, joven: yo os abono
que podíais variar bastante el tono.
Por ejemplo: Agresivo: "Si en mi cara
tuviese tal nariz, me la amputara."
Amistoso: "¿Se baña en vuestro vaso
al beber, o un embudo usáis al caso?"
Descriptivo: "¿Es un cabo? ¿Una escollera?
Mas ¿qué digo? ¡Si es una cordillera!"
Curioso: "¿De qué os sirve ese accesorio?
¿De alacena, de caja, o de escritorio?"
Burlón: "¿Tanto a los pájaros amáis
que en el rostro una alcándara les dáis?"
Brutal: "¿Podéis fumar sin que el vecino
-¡Fuego en la chimenea!-grite?" Fino:
"Para colgar las capas y sombreros
esa percha muy últil ha de seros."
Solícito: "Compradle una sombrilla:
el sol ardiente su color mancilla."
Previsor: "Tal nariz es un exceso:
buscad a la cabeza contrapeso."
Dramático: "Evitad riñas y enojo:
si os llegara a sangrar, diera un Mar Rojo."
Enfático: ¡Oh nariz!... ¿Qué vendaval
te podría resfriar? Sólo el mistral."
Pedantesco: "Aristófanes no cita
más que a un ser sólo que con voz compita
en ostentar nariz de tanto vuelo:
el hipocampelephantocamelo."
Respetuoso: "Señor, bésoos a la mano:
digna es vuestra nariz de un soberano."
Ingenuo: "¿De qué hazaña o qué portento
en memoria, se alzó este monumento?"
Lisonjero: "Nariz como la vuestra
es para un perfumista lista muestra."
Lírico: "¿Es una concha? ¿Sois tritón?"
Rústico: "¿Eso es nariz o es un melón?"
Militar: "¿Si a un castillo se acomete,
aprontad la nariz: ¡terrible ariete!"
Práctico: "¿La ponéis en lotería?
¡El premio gordo esa nariz sería!"
Y finalmente, a Píramo imitando:
"¡Malhadada nariz, que, perturbando
del rostro de tu dueño la armonía,
te sonroja tu propia villanía!""
* Ronroneando para el gato que me maulla al oído "uaiM/becries"...
**Y otros que supieron jugar/jugársela, para gato on fire!
viernes, 10 de junio de 2011
Toc Toc
"Claro que voy a mirarle las almendras de bien cerca, sobre todo ahora que sé que ni su papá ni su mamá están en el 2ºpiso. Que mire que si baja a toda y me abre yo le digo que vaya y se moje bien el pelo y que después me lo traiga, y escoja los mechones que quiera y me los meta a la boca, que yo se los chupo todo lo que quiera, será cierto que nunca la he besado en la boca, pero apuesto a que ningún novio que ha tenido usted le ha chupado el pelo, ¿o no? A mi también me gusta, no crea, le prometo que si me abre la puerta se lo chupo toda la tarde, se puede mojar el pelo las veces que quiera, que yo se lo dejo sequito mamita, ábrame la puerta. Puedo aprender a besar si quiere. Me lavo todos los días la boca con específico pa que no me vuelva a dar mal aliento. Me hago ver de un especialista, que me manden a ee uu a hacerme ver de la rasquiña, todo lo que usted quiera. Mire cómo es que yo utilizo mi bocabeso: es lo primero que le acerco, comienzo mordisqueando cautelosamente los labios inferior y superior, por turno, después respirar en toda esa tela que cubre tus senos elizabethtaylorianos, asentar allí las manos, a que crispas el cuerpo, a que me abres la puerta si te hago todo eso. Toc Toc."
Fragmento de "¿Lulita que no quiere abrir la puerta?", Andrés Caicedo.
Fragmento de "¿Lulita que no quiere abrir la puerta?", Andrés Caicedo.
Sobre la necesidad de amar y el amar como experiencias incompatibles
En "El Dostoievski de Joseph Frank" DFW comenta cómo la literatura actual le hace el quite a los temas relevantes/profundos por considerarse cursis, rebuscados, etc. y si no le hace el quite, se acerca a ellos de modo irónico, sarcástico, cínico, pero, al fin y al cabo, evita tocarlos de modo honesto y explícito como lo hace Dostoievski en su obra (decía, por ejemplo, que ya no podría leerse en obras actuales los tremendos discursos acerca de cosas serias (realmente serias!) que se mandaban los personajes del ruso en todas sus libros, que sería motivo de burla para el resto del círculo literario desacostumbrado a tratar ese tipo de tópicos de modo natural (los plagan de artificios formales)). Y lo curioso de ello es que, formalmente, DFW y Dostoievski están a galaxias de distancia. Mientras el ruso utilizaba un lenguaje "recargado" (para nosotros), DFW evita esto recurriendo a la presentación de ideas a través de un lenguaje cotidiano. Aunque, creo, ambos coinciden en dotar de importancia a temas comunes y lo del lenguaje es producto de contextos distintos. Ciertamente ambos coinciden en dotar de importancia a temas comunes. Lo que no me queda tan claro es el hecho de encontrar en la obra de DFW ciertos pasajes cargados de cinismo, sarcasmo e ironía y luego verlo irse en contra de ello en este ensayo (y es que claro, DFW se encuentra inserto dentro de lo que él mismo considera literatura actual por lo que cae en sus mismos usos y desusos y es conciente de ello). Ahora, DFW decide estratégicamente sembrar en distintos pasajes del ensayo sobre Dostoievski algunas reflexiones sobre temas importantes tratados por el ruso y re tratados por el estadounidense a modo de enfatizar su posición frente al hábito posmoderno de trivializar/ridiculizar/disfrazar/ lo relevante (formal o temáticamente). Esto sobre el amor y la necesidad como sentimientos incompatibles (que yo comparo con Kant en relación a la experiencia estética: juzgar un plato como sabroso sintiéndose hambriento o juzgarlo como sabroso sin sentir hambre)
"**¿Acaso es posible amar realmente a los demás? Si estoy solo y sufro, todo el mundo que hay fuera de mi es un alivio en potencia: lo necesito. Pero ¿se puede amar en realidad cuando se sufre semejante necesidad? ¿Acaso una gran parte del amor no consiste en que te importe más lo que necesita la otra persona? ¿Cómo se supone que voy a subordinar mi necesidad abrumadora a unas necesidades ajenas que ni siquiera puedo sentir en forma directa? Y si no soy capaz de hacer eso, estoy condenado a la soledad, que es algo que ciertamente no quiero...Así que de nuevo intento superar mi egoísmo por razones interesadas. ¿Hay alguna salida a este dilema?**"
*Foto de la escuela de arte de la U de ¿Valparaíso?. Gentileza de Rodrigo "gato" Puebla.
"**¿Acaso es posible amar realmente a los demás? Si estoy solo y sufro, todo el mundo que hay fuera de mi es un alivio en potencia: lo necesito. Pero ¿se puede amar en realidad cuando se sufre semejante necesidad? ¿Acaso una gran parte del amor no consiste en que te importe más lo que necesita la otra persona? ¿Cómo se supone que voy a subordinar mi necesidad abrumadora a unas necesidades ajenas que ni siquiera puedo sentir en forma directa? Y si no soy capaz de hacer eso, estoy condenado a la soledad, que es algo que ciertamente no quiero...Así que de nuevo intento superar mi egoísmo por razones interesadas. ¿Hay alguna salida a este dilema?**"
*Foto de la escuela de arte de la U de ¿Valparaíso?. Gentileza de Rodrigo "gato" Puebla.
jueves, 9 de junio de 2011
¿uaiM?
"¿Qué es lo primero que me saca de mi gran tirada de mirdo, el fin de la cheno?
¿El rope ese que me ladra en el oído desde el principio del mundo? ¿La luz que viene más atrás del aullido y que se me entra en la bezaca también por el oído, aunque lo tenga cubierto con mi blanca sábana? ¿O los sapos de mi mamá, un dos, un dos, un dos, hasta que se pega a la puerta de mi cuarto pa ver si aún estoy tirando mirdo? ¿O será cuándo ella abre la puerta y mete la bezaca? Allí casi siempre abro yo un ojo y tal. Pero yo abro mucho ambos ojos estando dormido. Es hasta fácil tirar mirdo con los ojos abiertos. Yo conocí un camionero que dormía con los ojos abiertos y ni se chocaba ni nada. Lo que me gusta apenas abro un ojo y veo allí, al comienzo del día, su linda cara, tanto que la odio, es abrirle la boca y mostrarle los dientes más horribles del mundo. La asusto desde la mañanía. A lo mejor si la sigo asustando durante 20 años seguidos, se anime algún día a quitarme el rope del oído. Simón, a mi me gusta tirar mirdo, moisi. La onda de los ñosues me gusta más que nada en este mundo".
Fragmento de "¿Lulita que no quiere abrir la puerta?", Andrés Caicedo.
* Sólo podría leerse en su totalidad física por un gato disléxico.
domingo, 5 de junio de 2011
Sólo para gatos revoltosos
"El aguardiente se les acabó mucho antes de lo que habían pensado, eso fue exactamente lo que dijeron al voltear la botella. Por fortuna todavía les quedaban cigarrillos y una paquita de yerba y además tenían toda la noche por delante, sí o no Miriam, todavía podían terminarla de la mejor manera. Caminaron por la Sexta Avenida hacia el centro, fumando despacio y haciendo bulla y molestando a la gente. Un poco más y se arma un lío cuando Mauricio les gritó papitos a unos muchachos que bajaban y como que no les gustó mucho el calificativo porque se devolvieron de una y ya Mauricio se estaba llevando los puños a la cara y estaba dando salticos de boxeador aficionado cuando intervino Miriam. No vayan a peliar por eso no sian pendejos, y todo arreglado, cada uno por su rumbo, mirándose como diciendo vos y yo nos volvemos a encontrar y allí si no va a haber nadie pa defenderte, nada más espérate.
Lo que no te he contado todavía es que le dio por empelotarse para bañarse en la Fuente de los Bomberos, allí donde los gamines se cagan y se la volean hasta debajo del agua, aguantando la respiración y todo..."
Fragmento de "De arriba abajo de izquierda derecha", Andrés Caicedo.
*Lo de la fórmula de infancia, ésa de ir dejando fragmentos para seducir a la curiosidad que finalmente continuará con la historia sólo si eres un gato (y dejas besar tu patita)
)---->Cerrando los dos ojos!
"...Mejor ni contar, tú sí ganas revoltosa,
tú sí ganas revoltosa.." (Sr. Chinarro)
Lo que no te he contado todavía es que le dio por empelotarse para bañarse en la Fuente de los Bomberos, allí donde los gamines se cagan y se la volean hasta debajo del agua, aguantando la respiración y todo..."
Fragmento de "De arriba abajo de izquierda derecha", Andrés Caicedo.
*Lo de la fórmula de infancia, ésa de ir dejando fragmentos para seducir a la curiosidad que finalmente continuará con la historia sólo si eres un gato (y dejas besar tu patita)
)---->Cerrando los dos ojos!
"...Mejor ni contar, tú sí ganas revoltosa,
tú sí ganas revoltosa.." (Sr. Chinarro)
viernes, 3 de junio de 2011
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