viernes, 31 de enero de 2014

En la cabina un desierto en el pecho

Vuelo sola, tú me sabes sola dando vueltas aquí arriba así en círculos, tú me sabes dando vueltas en círculos como siempre orbito esta soledad que me dejaste, me orbito páramo adentro y todo está tan gris, te digo, pero el cielo no es tan gris nunca y mi voz no es gris cuando grito gris y no hay grito que de con ese gris que siento, aquí hay algo que no calza, te digo, aquí hay gato encerrado,  tú sabes que aunque te diga que aquí arriba está oscuro, no lo está tanto nunca y que aunque te diga que estoy sola y te cuente de esta soledad, que estoy yerma y es permanente el desierto adentro,  pero tú ya sabes de mi soledad aquí en el Electra, tú me avisaste de esta soledad, pon ojo, Amelia, que te estás quedando sola, dijiste, no es bueno quedarse sola allí arriba, dices, no es bueno dormir toda una vida sola, Amelia,  ¿de qué te sirve volar?, no quiero que me veas aquí arriba, no mires arriba,  en esta cabina todo es un caos, si vieras, que viajo echa un desastre,  pienso que es tan fácil estar sola y ser un desastre, si vieras,  me acostumbro
al desastre
a poner las manos en el timón
a mirar un horizonte siempre tras el cristal,
mantengo la distancia entre ese horizonte que veo y el mío, mantengo siempre el mismo curso, norte, siempre al norte, me digo en voz bien alta para que me escuches bien, cariño, porque no quisiera perderme ahora mismo que apenas sé por dónde voy, porque estoy cansada de volar, porque estoy cansada de volar sola y perdida, como siempre, estoy perdida pero tengo este juego ganado hace tiempo y de qué sirve ganar el juego, de qué sirve, Amelia,  tú sabes que no me ha servido de nada, nada me ha servido y juego,  pero de esa nada lo más inútil lejos ha sido esta mano.