se constelan las luces de una ciudad,
se enciende la ciudad de poste en poste,
el viaje arde
anónimo
anónimo
bajo el párpado de Amelia,
el vuelo arde
en apagadas llamaradas
ciegas
ciegas
por el cansancio de la travesía
ella no ve,
pestañea en el sueño
de sí misma encendida sobre un océano,
de sí misma perdida e iluminada,
ella no ve
su mapa inventado de norte a sur,
no ve
EL mapa recibido
pasado de mano en mano
delatando una ceguera generacional
ella no ve
el testimonio
de una delirada carrera
hacia el punto muerto
de cualquier movimiento,
ella no ve
su mapa inventado de norte a sur,
no ve
EL mapa recibido
pasado de mano en mano
delatando una ceguera generacional
ella no ve
el testimonio
de una delirada carrera
hacia el punto muerto
de cualquier movimiento,
ella no ve
la cercanía traviesa entre el parabrisas y el Pacífico,
demasiada luz, piensa,
no piensa,
intuye algo
que se tiende boca arriba