Por favor debes saber que soy consciente de los peligros,
quiero hacerlo porque lo deseo.
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George,
no existe hogar alguno para mí sino éste en el que viajo, este organismo de metal que se pliega sin protesta a mis deseos. Admiro la lealtad de la máquina. Sólo en el Electra me siento capaz de dar el salto aún sabiendo que nunca alcanzaremos el otro lado, saltamos por saltar, como niños. Sé que no entiendes la lógica de este juego si prescindimos de ese horizonte. No entiendes que mi horizonte no es cerrar el círculo sino jugar a que lo cierro. La comprensión humana extiende sus límites justo hasta los límites de nuestras propias expectativas sobre las cosas. Por eso no te juzgo. Mis expectativas sobre el viaje han sido incapaces de reunirse con las tuyas en una especie de terreno común. Me gustaría tanto poder abrazar tus deseos con el mismo fuego que me consumo en los míos. He fracasado en todo salvo en esto, por eso insisto en jugarme la mano aunque me pierda con ella.
No pretendo llegar a la Isla Howland teniendo todo el Pacífico abajo nuestro. Si pudieras verlo, tal vez lo verías como yo ¡Qué sentido tiene poner los pies en la tierra si eres capaz de alzarte sobre ella! Despegué con esta certeza.
He mentido todo el tiempo, te he mentido a ti y a cada una de las personas que pusieron su fe en esta travesía. No me interesó ser la primera mujer en cruzar el Atlántico por ser ella. Me interesó cruzar el Atlántico por cruzarlo. Tampoco tenía intenciones de comenzar, con esto, una cruzada feminista. Pero nuestras acciones parecen alcanzar objetivos insospechados, siempre desbordan aquel deseo original y la historia lo ignora y lo pone en venta disfrazado de algo más. Yo no soy de ideologías. Yo soy puro deseo y mi deseo es inquieto y travieso. Mi deseo es el que me eleva y me sostiene volando. Es inagotable. Le soy fiel con el mismo brío con que el Electra me es fiel. Somos una especie de trinidad ante mis ojos. El deseo trasciende ya este viaje, te trasciende...me trasciende desde siempre...Abrazaré este deseo por encima de mí misma, de mi historia, de mi mito, de ti y de lo que venga. No puedo hacer otra cosa. Su naturaleza es irrenunciable.
Con amor, si existe...
Amelia