jueves, 16 de mayo de 2013

Ejercicio 12: La Odisea

Le faltaba una pata y eso selló su destino en la esquina de Nahuelbuta con Independencia, cerca del carrito del pescado y de las sopaipillas, ésa donde siempre puede verse a aquel perro echado, nunca caminando, echado a perpetuidad, esperando que la fortuna haga rodar la cabeza de algún pescado decapitado al gusto del comprador.
Un par de días después de haber sido arrojado a la calle, un perro se lo había tomado. Obviamente, no aquél del carrito de pescado. Su cojera, la del sillón, no fue impedimento para que el segundo perro lo utilizara como reposera y pasara unos días sobre el tapiz azul tomando el sol. Seguimos en la misma esquina: Nahuelbuta con Independencia, pasado el Teletrak.
El tiempo y la calle quisieron que le arrancaran otra pata. El sillón apoyó su respaldo contra la pared e hizo equilibrio en las dos patas restantes. Tenía más voluntad que el tiempo y la calle. Su tapiz azul, en otro tiempo, hizo juego con las cortinas de la casa.