domingo, 25 de noviembre de 2012

Gorjeo




No podía escribir. Cada vez que lo intentaba salían pájaros de su boca y de sus manos. Pensó que por la noche sería más fácil y cogió un lápiz y una hoja. Pero apenas intentó dibujar una letra, comenzaron a cantar. Los sintió a la altura de la garganta, con ese canto que abre el amanecer y cierra el día. Entonces, permaneció inmóvil a ver si conseguía engañarlos, que ella nunca pensó en escribir ni en engañarlos. Silenciaron su obertura de garganta y sintió que volvían a sus nidos a la altura del pecho. Tenía una bandada completa anidándole el corazón, una bandada completa silenciándole la mano ¿Cómo volver a escribir con tanta ala rozándole la carne? Con cada palabra, venía un pájaro a la boca y dos en la mano. Y si alcanzaba a escribir dos palabras, asomaba un pájaro en su mano empuñada y dos pájaros  comenzaban a recorrerle la boca, esconderse entre sus dientes, dar saltitos sobre su lengua, hasta ahogar esas dos palabras a fuerza de gorjeos. Era él quien le hablaba desde su departamento, a corazones de distancia, con un pajarito plástico pegado a la boca.
 https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlzDBw5OK9p1xWkv6EHExXe76tmDc_k9Jupl_1XhP8on-ycA5MILVVxiVS3SW-fsZNqBuJSt1vDiDRyOkPoIM85Nr0VuslJB1kpke_OoRT7AkksDlXC1Bav2LANs9teLCuZbJDPHh_HXU/s400/pajaroAgua+003.jpg