miércoles, 30 de abril de 2014

Anatomía del corazón

La orfandad de mundo
un nudo intenso
atado
al corazón.


Luego está el vacío.
Saciedad de un vacío nuevo.
El corazón lleno de vacío.
Hay un viento nuevo
agitando el latido.
Hay un viento nuevo
espaciando el latido.
Hay demasiado tiempo
muerto
entre latido y latido y
el corazón
quebrado
mancha de estupor el reloj.


Está la ausencia de las hojas
hambrientas
nacidas a su suerte tras caer del árbol.
Hay un parto asistido por el viento.
Todo parto es terrible.
La soledad va rajándolo todo a su paso.
Hay un llanto arrancado de la gruta.
Se nace a la soledad.
Está la presencia del árbol
desde su omnipotente altura
atalaya
coronando el destierro.
Y está la herida.
No hay hoja que resista demasiado tiempo el suelo.
Todo exilio es brutal.
No hay hoja que resista demasiado tiempo la orfandad.
Existe la orfandad infranquiable de las hojas en el suelo.
Hay un desprendimiento entre ellas.
Hay un desprendimiento entre ellas y el árbol.
Existe la feroz certeza de sentirse doblemente separadas
para siempre
de ese cuerpo.



martes, 29 de abril de 2014

Anatomía de Clarice

La palabra es mi dominio sobre el mundo
Clarice Lispector

No nací para escribir*, pero escribo y escribo sobre todo por esa certidumbre que supura, abierta y me pesa tanto, certidumbre que llevo atada a la espalda, enredada en los brazos, empuñada en las manos, que llevo atada a la garganta y que oprime, pero no asfixia, certidumbre que tengo prendida a la lengua como la palabra y la vida, tibieza en la boca, como un beso, como un fuego imaginario. No, no nací para escribir, pero escribo para nacerme en cada texto, escribo y puedo ver cada palabra pariendo una parte de mi sin nacerme nunca, escribo y permanezco dispersa como un archipiélago de átomos sobre una piel infinita. 
Mi cabeza se incendia en la palabra fuego y arde.
Mis brazos se extienden en el horizonte del mar.
Mis manos empuñan el fulgor de mil estrellas y se apagan y todo el cosmos se preña de sombras.
Mi lengua lame todo tu nombre de R a O.
Mis pechos anidan bandadas salvajes y cantan en tu nombre.
Mis piernas abrazan un vacío que insinúa tus límites.
Mis pies apilan tantas hojas vacías...

La palabra es mi dominio sobre el mundo
que es mi cuerpo.


*Y nací para escribir...(Clarice Lispector)
**Ilustración: Alejandra Acosta.

miércoles, 16 de abril de 2014

Anatomía de la herida

I

Escribo desde este cuerpo impuesto, prestado, con fecha de caducidad desconocida, con límites más bien difusos, con un par de brazos tan torpes como el par de piernas que lo sostienen, con una boca tan deslavada como el rostro que la contiene. Este cuerpo que desconozco, que me hace la desconocida en cada uno de sus sistemas. Escribe.

II

Escribo desde la frustración. Escribo desde esas trizas que en algún momento conformaron todo un continente. Pienso que cada una de esas partes debería conservar en sus fronteras el recuerdo de la herida. En algún momento la herida servirá para reunir los pedazos, en algún momento la herida cicatrizará el continente. Escribo por la herida.

III

Si pudiera escribirme este cuerpo para hacerlo mío, lo haría. ¿Pero cómo hacer nuestro lo ajeno? No es la culpa la que me limita. Es el hecho de sospechar que no me bastará esta vida para extenderme dentro de él, desbordarlo hasta la exuberancia. Escribo, ya, desde ese fracaso.
Mi lugar, entonces, es la certeza de que no existe modo de entrar ni salir de él. Escribo desde ese lugar que no encuentra su lugar. Escribo desde ese paréntesis que se abre entre yo y mi cuerpo y que intento llenar con palabras que no hacen sino extender el paréntesis. Mientras más escribo, más me alejo. Las palabras no son puentes. Las palabras no son piedras entre un vacío y otro. Las palabras son un vacío disfrazado de sentido.

IV

Mi cuerpo no soporta el peso de esta existencia. No existe un cuerpo que soporte el peso de esta existencia que no acaba por existirme. Apenas existo. Menos (me) soy en ella. Ella no soy yo aunque me espere en la otra vereda del espejo. Ese cuerpo extendido sobre la calle no es mi cuerpo. Mis manos están llenas de espejos reflejando un continente fragmentado. Mis manos están llenas de mis venas, de mis huesos, de mis órganos heridos. Escribo desde esas partes. Algún día aprenderé a coserme todas esas partes al texto.

V

¿Qué soy sino una página que ya fue escrita sin mi? He llegado tarde a todo. La utopía de la página en blanco debe ser, de una vez por todas, impugnada. Escribo desde ese juego que consiste en llenar la página como si no supiéramos que bajo nuestras palabras, yacen otras. ¡Escribimos sobre tanta palabra muerta! Somos parte de una fosa común histórica. Basta escribir un poco para encontrar las osamentas de otros cuerpos. Basta escribir un poco para que mi mano, bajo tanta tierra, se estreche con otra. ¡Hemos comprado el mismo cuento tantas manos! ¡Y nuestras manos siguen empuñando ese vacío perpetuo! Escribo desde ese cuerpo que abraza el vacío por abrazarse a algo.  Escribo desde el saber que mi lugar no es la página en blanco que jugamos escribir, ese espacio cómodo...

VI

Escribo después de que todo ha sido escrito. Escribo desde una mixtura que ya no reconoce su tipografía. Mi voz no se reconoce en ninguno de estos cantos que se cantan a través de mi mano. Mi voz es un puente sobre el que ha pasado demasiada agua. Mi voz no existe. No he perdido la voz que nunca tuve.
Mi individualidad no ha conquistado sus fronteras. Las palabras son, entonces, un montón de banderas en llamas incendiando cualquier esperanza de fijar un territorio propio, quemando cada piel de este cuerpo.
Escribo y transito sobre mi tumba. Toda escritura es epitafio.

lunes, 7 de abril de 2014

Anatomía del discurso amoroso

El amor es tiempo

Es difícil coordinar los tiempos amorosos, coordinar el deseo propio en relación al deseo del otro. Lo normal es que los deseos se deslicen por tiempos distintos. Pero, a veces, de manera casi mágica, los deseos se reúnen, sintonizando y devienen en "el deseo". Una especie de paréntesis común a los enamorados, que los contiene, reuniéndolos en un tiempo mutuo y detenido. La correspondencia amorosa, por lo tanto, suele ser fugaz y, lo que la prosigue, son los deseos de los enamorados corriendo por caminos paralelos, en soledad. Entonces, ellos habitan su soledad, y a la vez, comparten una soledad, un vacío que antes ocupó el deseo creado.

El amor es líquido

La intensidad amorosa se ve afectada por las fases lunares debido a su materialidad líquida. Como la marea que es, avanza y retrocede en grados, ganando terreno y cediéndolo según los caprichos de la luna. El amor es un mar crispado. El amor es un mar en calma. El amor es un mar en su infinita capacidad para reproducirse cíclicamente sobre la costa de cualquier playa. Antes de nosotros ya había mar. Antes de mi no había mar. Antes de ti no había mar. Antes de nosotros no había amor. El mar fue mar desde un nosotros. Es tan fácil evaporar un mar en un segundo. Basta con que tú y yo retomemos nuestras posiciones en costas opuestas. Luego, sólo queda la arena desplomándose tiempo abajo...

El amor es cuerpo

El cuerpo contiene todo deseo, todo amor, toda expectativa y todo desencuentro.
Los encuentros también se realizan a partir de los cuerpos. Los cuerpos se acuestan como puentes. Los cuerpos se pliegan geográficamente. Estando plegados, no cabría una aguja entre ellos. Los pliegues de los cuerpos estrían la superficie amorosa que antes fue plana como un desierto antes del viento. Es bueno que sople el viento sobre los cuerpos. Es bueno que los cuerpos soplen uno sobre el otro. Es bueno que los cuerpos sean erosionados por el deseo.
Existen encuentros de partes del cuerpo. Son encuentros fragmentarios. Se encuentran  las bocas. Se encuentran las lenguas.  Se encuentran las manos. Se enlazan los cuerpos a partir de sus átomos. Y los átomos son tan húmedos cuando conforman las bocas.
Los encuentros corporales nos transforman. Nuestro cuerpo se modela según la voluntad del cuerpo amado. El cuerpo reacciona a su boca. Nos pone en trance. Nuestra boca luego del beso no retorna jamás a la boca original. Descubre esa capacidad de ser otra en la boca del otro. Le gusta ese juego, ese registro.
Ese poder adquirido y compartido es permanente en la medida que los cuerpos amantes continúen inmersos en esa anatomía plácida.
Ya no vuelven a existir tus manos y las mías, sino, ese nudo de manos y piernas en el que ya no hay fronteras que delimiten mis dedos y tu pecho. Somos algo monstruoso juntos. Somos un invunche indescifrable. Hemos sido renacidos por el deseo y todo es nuevo para nosotros en ese cuerpo parido por el amor. Tu cuerpo y el mio, nuestro cuerpo,  conforma una ciudad que recorremos a punta de besos y abrazos. Y nos perdemos en esta ciudad nuestra sólo para descubrirnos, boca a boca, en cualquier esquina de este cuerpo y  ponemos nuestros cuerpos contra cualquier pared para lamernos en nuestra infinita adicción.

Anatomía de la incertidumbre*/She said destroy**

I
¿Tendrá -ella- el alma pendiendo
del mismo hilo?
¿Será siempre el mismo hilo
pendiendo entre el decir y el silencio?
¿Qué cosas nos diremos
de la boca hacia adentro?

II

¿Por qué el silencio
clava sus uñas en nuestras gargantas?
¿Por qué el silencio
lanza sus cuchillos contra nuestras lenguas?
¿Por qué el silencio
enmudece nuestras tempranas bocas?

III

¿Hasta cuándo estará -ella- espantando los pájaros
prendidos a su pecho?
¿Hasta dónde encenderá la ciudad
con un chasquido de sus dedos?
¿Por cuánto tiempo castigará a los pájaros
anidados a sus pies?
¿Cuándo destruirá el silencio
con una sola palabra de su boca?

IV

¿Desde dónde vendrá -ella- vestida
de hojas?
¿Hacia dónde avanzará armada
hasta los dientes,
hasta las manos,
hasta el corazón?
¿Por qué viene
con la espada
afilada
con la lengua
afilada
con la palabra
afilada
clavada en la frente?

V

¿Cuándo se atreverá a apagar
todo destello
a matar
toda ilusión
a quebrar
todo espejismo?
¿Cazará
toda certeza
toda verdad
toda afirmación?
¿Cuándo rasgará el velo
que le cubre el pecho
porque no se ve
sino con el latido
con el golpe sordo
corazón adentro?



* A mi yo/niña
** Death in June