La templanza de la mano se te va agotando
la mano, eliza, la palabra se te declara en quiebra se te
quebró la lengua, bonita, en mitad del texto y estrujas
pero no pares y estrujas y para qué pero
escribes con la mano quebrada/ la misma que cortas y
lloras y para qué si hay tanto mar afuera y
sólo la ventana entre tú y el llanto
que no es el tinto, mujer, que no es la lengua, mujer,
que no eras tú perdido
en las líneas de mi mano/ como siempre
me recorriste con la venda en el corazón, gallinita ciega.