jueves, 31 de enero de 2013

Madrid

La ciudad no se cansa de parirnos a las calles, a los autos, a las tiendas, a los cines, a las bibliotecas, a los monumentos, a los parques, a los bares, a los bares, a los bares de Malasaña, calle bella, madre de las calles y los balcones por los que nos descolgamos día a día sin otra excusa que nacer otra vez, desde ti, desde estos edificios en los que nos contienes por las noches, estos úteros de concreto donde volvemos por ese cordón de miguitas que nos une, ciudad y persona, Manuela y eliza y tu plaza de perros que no me deja ponerme triste por más que quiera...


viernes, 18 de enero de 2013

Post it

Aquí está todo en blanco...
Pero yo no olvido.
El recuerdo. Un rayo de sol ganándole a la nube.
El recuerdo está en todo. No escapa.
Permanece unido a la memoria
en esa callecita estrecha, apenas recorrida.
Lo habita todo.
Pese a que ha nevado tanto aquí.
No hay olvido.
No hay olvido.

miércoles, 16 de enero de 2013

El arte de la casualidad

¿Qué se de arte?
Sé de la casualidad.
Levantarse de madrugada a observar por la ventana de una ciudad blanca (y con altas posibilidades de blanquear aún más) descubriendo entre tanto copo caído y tanto copo sostenido por unas manos invisibles a mis sentidos, un conejo ganándole a la nieve, un conejo de un segundo, el conejo del insomnio, un conejo que aprovecha los espacios de esta ciudad abandonada por las personas que deambulan entre sueños, un conejo tan vivo como ese semáforo de madrugada que dirige un tráfico imaginario, pero que dirige, que vive, un conejo y un semáforo hechos de hielo y de noche con los que me he encontrado de pura casualidad en ese espacio suyo, desde esta noche un poco nuestro, como una visitante indiscreta descubriendo su secreto.

¿Sirve?

sábado, 5 de enero de 2013

Y el satélite va

Es tiempo. 
El satélite
abandonará la esclavitud de la órbita
y se irá en libertad
siguiendo la dirección en la que se expande el universo,
hacia su principio o su fin
dondequiera le empujen los vientos.
Llevará la voz de equipaje
y por guía su miedo
aprenderá a mirar la luz con ojos nuevos
y bastará un lápiz
para registrar su bitácora,
las estrellas que vio,
los soles que desaparecieron,
lo que quedó en el camino,
las heridas cosidas a la curva del tiempo.
Y dejará tras de sí una estela de guisantes
como leyó en un cuento
por si otros un día
emprenden el mismo sendero.
No estaba lejos el espíritu de la matemática
de la matemática del espíritu
y si son los relojes
los que no entienden el tiempo,
que no culpen al tiempo
porque no le entendieron.

Y el satélite va.
En caída libre
velocidad constante
gravedad cero.
No existe la suerte.
Da igual el lugar
y dejar escapar las respuestas
por los desagües del universo.

Sistema en caos y Máquina, Silvia Veloso

miércoles, 2 de enero de 2013

De lo imposible

el cielo vuela el ave                                      se oscurece                


                                                                                                              la mano olvida el recuerdo
descansa                         se palpa desnudo el silencio

canta algo parecido a un remoto eco

el árbol se desplaza por las estaciones
                                                               
                                     el sonido florece en la palma de una boca atardecida y se                            
                                                                                                                              marchita sobre la mano
 se adormila de ronroneo el gato
                                                   brilla                       el resplandor de su sombra lo ciega
la noche y el gato

desafían la finitud
                                                                                           y mueren enmudecidos por tanto murmullo*





*con fondo de campana de viento o xilófono de cascada parpadeando en un pentagrama en blanco y negro. Siempre. O Con sonido de cartel de película muda. Extra de maquillaje. La expresión triste de Buster Keaton, que no era un cara de palo. O con la tormenta de Murnau o la esperanza en Amanecer, que no se termina de ahogar, o la corrida del cerdo en la ciudad, el reencantamiento del mundo en un puro paseo...o con todo en una receta infinita con todos los pasos posibles en un baile a lo Fred Astaire. Pero nunca con Frank Sinatra.