miércoles, 24 de octubre de 2012

Corrección ejercicio 1

                                                                                                                                                                                ...
digo tiempo digo toda la ciudad y podría seguir enumerando cuentas hasta cerrar este collar de excusas que me impiden escribir, digo, pero no se trata de eso, lo sé,  sólo me impiden escribir las palabras que no refieren a tu carita, evocar sonidos que no imitan, con distancias galácticas,  tu tintineo. Esta noche nos separan números en forma de tiempo, esa distancia numerada y pavimentada entre este cuarto y nuestro segundo piso improvisado (te reirías si supieras cómo le he llamado a ese objeto que se debate entre la construcción y la deconstrucción ocupando un lugar indeterminado, elevándose (y suspendiéndonos) en ese limbo con un valor agregado sorprendente, sólo atribuible a su ignorancia sobre tantas cosas, sobre todo, sobre su naturaleza ausente de toda lógica, se eleva sin ton ni son, ganándole terreno al cielo). Nuestro pequeño cielo de internit y maciza y tablas y todo lo barato que se alcanzó a comprar con mi finiquito. A veces me parece una casa de papel y engrudo, tan digna como risible. "Por eso nos gusta", dirías, porque tú no escribes y yo tampoco quisiera hacerlo a veces, sobre todo cuando esperan que escriba y salpico una hoja en blanco con algunas palabras para mostrar que he escrito y entonces bebo mi taza de te con la tranquilidad del deber cumplido. Y esa hoja le parece tan ajena a mi mano que mis ojos se cierran a voluntad no reconociendo caracteres ni sonidos ni trazos. Te hago la desconocida, hoja escrita. Te voy desconociendo en cada gemido que este parto me arranca. Qué lástima que un gemido no pueda escribirse salvo en la palabra dolor y que el dolor no pueda escribirse...que lo silencien tres puntos seguidos como balazos para que no duela más. Soy una madre terrible, dirán si pueden, pero no pueden, no aquí, no después de esos tres puntos seguidos que suspenden sus juicios hasta nueva audiencia. Este espacio tampoco es mío, es tuyo, porque escribe tu ausencia a falta de ti, como si la presencia pudiera escribirse, traerte aquí tendiendo un puente de palabras entre este cuarto y nuestro segundo piso. Porque aunque te escriba presente, no estás. No existen puentes y tú sigues extendiéndote sin temor al tiempo y a la ciudad, aquí, habitándonos las palabras.