pero la almohada me hace la desconocida
y la noche parece no llegar para mis ojos
impostadamente cerrados
como si bastase la convicción para dormir
la voluntad manos arriba
se rinde
insomne
el tiempo recorre su circularidad
como un caracol fatigado
se descuelga del segundero
babeando su pereza
sobre estos relojes
tantos relojes marcando un paso
no más creíble que los sueños
el tiempo -¡qué medida!-
cansado de su atuendo incuestionable
se desnuda de minuteros
por el suelo el horario
los segundos cama abajo
son difíciles de encontrar por la mañana
recorro la pieza con el sueño a cuestas
intentando rearmar el reloj
para prolongar esa mixtura de estados
semidespierta
semidormida
semivestida
semidesnuda
comparto la cama con la vigilia.