"Las sonrisas falsas se basan en la contracción de los músculos zigomáticos mayores de las mejillas para alargar y curvar la boca y la activación del cerebro consciente puesto que son acciones voluntarias. Por el contrario, la verdadera sonrisa es un proceso inconsciente, automático, con una implicación muscular más compleja. Junto a los zigomáticos mayores intervienen también el orbicularis oculi y la pars orbitalis que rodean a los ojos y hacen que los ojos transmitan alegría y los párpados se modifiquen generando una expresión facial más compleja, más rica, más global. Como efecto negativo, generan “patas de gallo” que deberíamos llevar con orgullo como un signo de felicidad, de haber sonreído mucho con sonrisas veraces, con sonrisas de Duchenne"
40. "Esto está relacionado con el fenómeno de la Sonrisa Profesional, una pandemia nacional en la industria de los servicios. Y en ninguna parte de mi experiencia he sido receptor de tantas sonrisas profesionales como en el Nadir: maitres, jefes de camareros, subalternos de gerentes de hoteles, director de crucero... Sus Sonrisas Profesionales se activan como interruptores a mi paso. Pero también en tierra, en bancos, restaurantes, mostradores de venta de billetes de avión, etcétera. Ya conocen esa sonrisa -la contracción enérgica del cuadro circumoral con movimiento cigomático incompleto- , esa sonrisa que no llega a los ojos del que sonríe y que no significa nada que más que un intento calcudado de adelantarse a los intereses del que sonríe fingiendo que le cae bien el objeto de la sonrisa. ¿Por qué los empresarios y gerentes obligan a los profesionales de los servicios a irradiar la Sonrisa Profesional? ¿Soy el único consumidor en quien dos elevadas de esa sonrisa producen desesperación? ¿Soy la única persona que está segura de que el número creciente de casos en que gente de aspecto totalmente ordinario aparecen de pronto con armas automáticas en centros comerciales, oficinas de seguros, complejos médicos y McDonald's guarda alguna relación causal con el hecho de que estos lugares son centros notorios de difusión de la Sonrisa Profesional?
¿A quién creen que engañan con la Sonrisa Profesional?
Y, sin embargo, ha llegado un momento en que la ausencia de Sonrisa Profesional también causa desesperación. Cualquiera que haya comprando un paquete de chicles en un estanco de Manhattan, o haya pedido que le pongan el sello de FRÁGIL en una oficina de correos de Chicago, o haya intentado que una camarera del sur de Boston le dé un vaso de agua, conoce bien el efecto devastador para el alma del ceño fruncido de un empleado que sirve al público, es decir, la humillación y el resentimiento de que a uno le nieguen la Sonrisa Profesional ya ha eludido incluso mi resentimiento hacia la Sonrisa Profesional: me alejo del estanco de Manhattan no solamente resentido por el mal carácter o la falta de buena voluntad del estanquero sino por su falta de profesionalidad al negarme la Sonrisa. Menudo jaleo, coño".
De "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer", David Foster Wallace.