Al parecer en "Mad Men", el tópico de la publicidad actúa como una especie de plasma que lo va invadiendo todo, pues, no sólo se restringe al "mercado tradicional de la oferta y demanda", sino que, de modo naturalizado (nos lo presenta como algo cotidiano, normal (y al menos no lo es en la vida de todo ser humano que vive fuera de ese círculo)), desplaza sus ávidos tentáculos empresariles en dirección al "cuerpo y espíritu" de los protagonistas y quienes se van involucrando con ellos en el desarrollo del relato.
Todo se relaciona, centrípetamente, con la imagen, la apariencia, la ilusión de. Algunos "objetos" que se publicitan a lo largo del primer capítulo son, por ejemplo: las piernas y sonrisas de las secretarias, la aparente higiene y buen vestir de Don Draper (que se cambia de camisa dentro de la oficina), Don Draper en la cena con la cliente judía publicitándose de iluminado (se presenta como un dios al subestimar la creencia en el amor por parte de la mujer. Se refiere a él como un producto publicitario producto, como una creación suya), la vida matrimonial tradicional del protagonista (el doble estándar), la sensación de ser especial que publicita la mujer judía y de tener la misma sensación acerca de Draper, el tipo de la oficina que se casará publicitándose laboralmente frente a Draper, el perfil mismo de Draper! etc.
Toda escena del primer capítulo, en consecuencia, refiere a la venta de una ilusión por parte de los personajes. Todos son expertos fantasistas. Entonces, nos vemos metidos en una historia que no sólo trata el tema de la publicidad, sino que, lo aborda a partir de la publicidad misma presente en cada uno de los aspectos que conforman la existencia de cada ser humano. Como si la publicidad no se definiera como una estrategia mercantil para el disfraz y venta de objetos de consumo, sino, como un componente social básico. Un acto de magia.