(Diario II, E. Ionesco).
La libertad, no puede consistir en vivir evadida, contemplando como circula la vida sentada en la vereda de tu barrio. Tal vez, sólo se accede a la libertad en aquel momento en que, formando parte del carnaval vital, no renuncias a tu consciencia, a tu moral, a tu integridad, que, finalmente, conforma ese pequeño territorio libre dentro de tu cabeza.
En la medida que vas transándolo todo, vas volviendo esclavas de otras (in)morales, de otras (in)consciencias, tus manos, tu cuerpo, tu boca, tus palabras y tus pensamientos.
W. Kandinsky