"Y la más elemental experiencia humana tiene caracteres de revelación, aunque solamente reitere lo muchas veces sabido. Porque nada se sabe de modo permanente. La historia y la tradición misma necesitan renacer, reaparecer; lo cual sucede más intensamente aún en la personal historia, sin necesidad de que esté especialmente entretejida con la historia de todos. Aunque bien es verdad que todo pensar individual, por muy íntimo que sea, por muy de adentro de la fuente del vivir personal que brote, responde al pensamiento todo, sin que sea obstáculo para ello que el pensamiento todo o que todos los pensamientos sean en parte ignorados. El pensamiento que es experiencia renace de la ignorancia y del olvido. En el lleno del saber nada puede brotar por sí mismo". (pág. 17)
"La imaginación acecha siempre, siempre que se trate de conocimiento; y en grado extremo, del conocimiento extraído de la propia vida..."(pág.18)
"Ortega y Gasset ha señalado la situación de "naufragio" como la más propicia para que surja el pensar, el movimiento de pensar, equivalente al nadar (¿en dónde?, ¿en qué aguas?, inevitablemente nos hemos preguntado desde el principio), y más originalmente aún, la situación que fuera a la autenticidad. Lo que quiere decir que el sujeto no la tiene no la tiene de por sí o que puede haberla perdido. Bien perdidizo, pues la autenticidad. Mas por nuestra parte se nos aparece que el sujeto del naufragio es el estar sumergido del sujeto. Y como el sujeto no existe por sí solo, "las circunstancias", siguiendo el pensamiento de Ortega, pueden estar sumergidas, lo están casi siempre, y el revelarlas es ya función del pensar de un sujeto en trance de ganar autenticidad. Todo, pues, aparece claro. Y el "Método del naufragio" podría ser el que Ortega y Gasset, tan audaz y comedidamente, se propone. Un método sólo asequible para aquellos que hayan naufragado o estén a punto de hacerlo. Y a esta restricción nada tenemos que oponer, ya que todo da a entender que sólo "in extremis" el hombre piense, y que naufrague por haberse resistido desesperadamente a hacerlo. "In articulo mortis", pues, se da el pensar. En el naufragio va la vida. La muerte sería, por lo tanto, la insustituible presencia que hace nacer el pensar, que a su vez procura la autenticidad del sujeto (págs.20 y 21)
"Notas de un método", María Zambrano.
La cómoda permanencia en las certidumbres inmoviliza al pensamiento. Por ello, es necesario desarticularlas, una certidumbre tras otra, una verdad tras otra, desarticularlas porque se tiene consciencia de que son construcciones históricas y que por ende, por ser construcciones y por ser históricas, pueden y deben mutar, muriendo como certidumbres y renaciendo como incertidumbres, dudas, preguntas, pequeñas luces que ya no enceguecen. Esto requiere un trabajo de ida y vuelta ya que, se trataría de deconstruirlas para comprender su funcionamiento, las partes que le conforman, cuestionar su procedencia y la utilidad que las valida socialmente por sobre otras, para luego, desarticulada esa certidumbre, verse perdido en un mar de incertidumbre, atreverse a naufragarse voluntariamente en él, ir por las aguas tras las dudas, moverse en el sentido del no conocer y por ende del desear hacerlo. Vendría a ser un salto al vacío(?), pararse en la punta de un abismo teniendo la certeza de que allí se está en tierra firme, teniendo esa seguridad, pero querer experimentar la sensación de no pisar, de no tener a qué asirse, de ir en busca de algo distinto a lo que aferrarse. El naufragarse implica movilidad, por ende, vitalismo, remover, buscar, nadar. La idea de poder morir allí en el mar sin ser capaz de nadar hacia parte alguna, pone en acción la vida, el pensamiento, el saber que no sabes qué encontrarás en una dirección o en otra, pero que lo que encuentres será distinto a lo conocido, por lo tanto, tal vez, auténtico.